Excelente análise da crise do setor financeiro internacional. Os
Estados Unidos ainda dispõe da possibilidade de investir em
economias com grandes reservas, como o Brasil, com altas taxas de
juros e alimentar assim o setor financeiro internacional por algum
tempo. Os chineses seriam também excelentes vítimas mas a sua
direção política resolveu colocar fortes limites à especulação
financeira e furar o balão de ensaio coordenado pela imprensa
internacional a serviço, como sempre, do grande capital.
Alejandro
Nadal
L
a
economía japonesa fue un motor súper dinámico durante las cuatro
décadas que siguieron a la segunda Guerra Mundial. Pero a finales de
la década de los ochenta la locomotora perdió velocidad. Las causas
de la pérdida de dinamismo y la respuesta de la política
macroeconómica fueron consideradas como excepcionales durante muchos
años. Hoy la economía mundial tiembla de miedo al ver reflejada su
imagen en el espejo japonés.
¿En
qué se parece lo que hoy sucede en las economías occidentales y lo
acontecido en Japón hace unos cinco lustros? La respuesta estriba en
la presencia de una burbuja de dimensiones macroeconómicas en los
precios de diversos tipos de activos. En Estados Unidos, por ejemplo,
la burbuja en el precio de bienes raíces es casi idéntica a la de
Japón, pero con unos 15 años de diferencia. Entre 1986 y 1992 el
índice de precios de los bienes raíces en las regiones de Osaka y
de Tokio aumentó de 100 a 222. Entre 1992 y 1997 el índice de
precios sufre un colapso cercano a 40 por ciento. La comparación con
Estados Unidos es sorprendente: entre 2001 y 2007 el índice de
precios de bienes raíces en el grupo de las diez principales
ciudades de Estados Unidos pasó de 100 a 220. Y entre 2007 y 2012
dicho índice se reduce en 30 por ciento.
Lo
más interesante es que el ritmo de aumento en los precios de los
activos (en este caso bienes raíces) es casi idéntico, la duración
de la fase ascendente es igual, la magnitud de la caída en los
precios es muy parecida y la duración de la fase descendente es la
misma. La lección es que Estados Unidos habría enfrentado
condiciones macroeconómicas muy parecidas a las de Japón con un
rezago de 15 años.
La
experiencia europea es parecida, sólo que las burbujas fueron mucho
más grandes. Por ejemplo, los datos de Nomura Research Inc. que el
índice de precios de las casas en Irlanda pasó de 100 a 514 entre
1995 y 2007 antes de reducirse a 273 en 2014. Existen datos similares
para los casos de España, Grecia y otros países de la zona euro.
Sólo Alemania presenta una anomalía, pues el índice acusa un
comportamiento moderado en sentido inverso durante el periodo de
referencia.
La
explosión de estas burbujas trajo consigo una contracción económica
de gran calado, tanto en Japón, como en Estados Unidos y Europa. La
recesión japonesa fue en la década en la que en Estados Unidos (y
en Europa) se cantaban himnos piadosos a la diosa de la gran
moderación.
Así que el caso de la economía del país del sol naciente era visto
como una anomalía, producto de un virus endémico de la economía
japonesa.
El
banco central en Japón respondió con una drástica reducción en la
tasa de interés líder desde 1994. La Reserva Federal y el Banco
Central Europeo (BCE) hicieron lo mismo en 2008 y 2009. Pero la
recuperación en Japón fue mediocre y en Estados Unidos sigue siendo
frágil. En Europa, a pesar de que la tasa de interés del BCE es de
0.15 por ciento, la tasa de desempleo en la eurozona se mantiene
demasiado alta (España mantiene una tasa de desempleo de 25 por
ciento, equiparable a la que imperó en Estados Unidos durante la
gran depresión).
¿Por
qué se produce este paralelismo entre la recesión en Japón en los
años noventa y la gran recesión derivada de la crisis global de
2007-2008? Desde luego hay muchos factores interviniendo en la
evolución de cada una de estas economías, pero Japón, Estados
Unidos y varios países europeos tienen algo en común: la oferta
monetaria se ha mantenido estable desde que la tasa de interés se
redujo a niveles cercanos a cero y desde que el banco central aplicó
una política de inyección de grandes cantidades de liquidez. Es
decir, al igual que en Japón, la política de tasa de interés cero
y la flexibilidad monetaria en Estados Unidos y en Europa no se
tradujeron en aumentos del crédito privado, ni en incrementos de la
oferta monetaria (medida de M1 a M4). Es decir, el aumento de
liquidez que el banco central inyectó al sistema financiero no ha
podido entrar en el sistema económico. La razón es que no hay
agentes que estén interesados en tomar esos recursos prestados para
ponerlos a trabajar en la economía real.
Como
dice Richard Koo, uno de los analistas más lúcidos de la crisis
global, para los economistas que se han formado en los libros de
textos convencionales esto es algo inesperado. La oferta monetaria y
el crédito privado deberían estar acoplados con la creación de
dinero de alto poder.
Al
igual que en Japón en la década de los años noventa, ni el Banco
Central Europeo ni la Reserva Federal han conseguido lo que el Banco
Central de Japón tampoco pudo lograr: incrementar el crédito en
medio de una recesión deflacionaria. Cuando todos los agentes en una
economía, consumidores y productores, se dedican a pagar deudas a
pesar de que la tasa de interés es cero, la deflación es completa y
el estancamiento no se hace esperar. La contracción en la demanda
agregada conduce de manera irremediable a una recesión. Y cuando eso
sucede en las principales esferas económicas del planeta, el
estancamiento promete durar muchos años.
Fonte:
La Jornada, México 16/09/2015
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