quarta-feira, 29 de abril de 2009

"La crisis y la respuesta politica de la Izquierda", por Walden Bello

texto importante para ver a evolução da esquerda alemã.

theotonio


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Date: Mon, 27 Apr 2009 15:15:54 -0500
Subject: "La crisis capitalista y la respuesta politica de la Izquierda", por Walden Bello

La crisis capitalista y la respuesta política de la izquierda

Reproducimos a continuación el texto de una conferencia dictada por Walden Bello en la Conferencia sobre la Crisis Global organizada el pasado 21 de marzo en Berlín por el Partido de la Izquierda alemán, partido del que Bello es miembro honorario.
Walden Bello

Colombia Plural/Sin permiso

26/04/09



Semana tras semana, asistimos a la contracción de la economía global a un ritmo peor que el pronosticado por el más agorero de los economistas. Es claro: no nos hallamos en una recesión común y corriente, sino que estamos aproados a una depresión global que podría durar muchos años.

Lo que haré hoy aquí es, primero, discutir brevemente los orígenes y la dinámica de esta crisis; y segundo, explorar las posibilidades de una estrategia para la izquierda global capaz de responder a la presente crisis en el contexto de los desafíos procedentes tanto del centro capitalista tecnocrático como de la derecha capitalista populista..

La crisis fundamental es de sobreacumulación

La teoría económica ortodoxa dejó hace mucho de ser útil para comprender la crisis. La teoría económica no-ortodoxa, en cambio, puede ahora arrojar potentísimos vislumbres de las causas y de la dinámica de la actual crisis. Desde una perspectiva progresista, lo que estamos observando es la intensificación de una de las crisis centrales –o “contradicciones”— del capitalismo global: la crisis de sobreproducción, también conocida como crisis de sobreacumulación o de sobrecapacidad. Se trata de la tendencia del capitalismo a generar, en el contexto de una aguda competición intercapitalista, una tremenda capacidad productiva, la cual rebasa holgadamente la capacidad de consumo de la población debido a las desigualdades de ingreso que limitan el poder adquisitivo popular. Lo que trae consigo una erosión de la rentabilidad y conduce a una espiral económica bajista.
Para entender el presente colapso, tenemos que retrotraernos a la llamada Edad de Oro del capitalismo contemporáneo, el período entre 1945 y 1975. Fue un período de rápido crecimiento, tanto en las economías centrales como en las economías subdesarrolladas: un crecimiento disparado, en parte, por la masiva reconstrucción de Europa y del Este asiático luego de la devastación de la II Guerra Mundial, y en parte también por los nuevos dispositivos y los nuevos instrumentos resultantes de un histórico compromiso de clase entre el capital y el trabajo que se institucionalizó bajo el nuevo Estado keynesiano.

Pero ese período de elevado crecimiento llegó a su fin a mediados de los 70, cuando las economías centrales fueron presa de la estanflación, es decir de la coexistencia de bajo crecimiento y elevada inflación, una amalgama supuestamente imposible para la teoría económica neoclásica.
La estanflación, sin embargo, no era sino el síntoma de una causa más profunda: la reconstrucción de Alemania y de Japón, y el rápido crecimiento de economías en vías de industrialización, como Brasil, Taiwán y Corea del Sur, vino a añadir un tremendo volumen de nueva capacidad productiva e incrementó la presión competitiva global, mientras que, en cambio, las desigualdades dentro de los países y entre países limitaban el crecimiento del poder adquisitivo y de la demanda, erosionando así la rentabilidad. Eso se agravó con los drásticos incrementos del precio del petróleo experimentados en los 70.

La expresión más dañina de la crisis de sobreproducción fue la recesión global de comienzos de los 80, que fue la más grave que se abatió sobre la economía internacional desde los tiempos de la Gran Depresión, es decir, antes de la crisis presente.

El capitalismo ensayó tres vías de escape para zafarse de la sobreproducción: la reestructuración neoliberal, la globalización y la financiarización.

Primera vía de escape: la reestructuración neoliberal

La reestructuración neoliberal cobró la forma del reaganismo y del thatcherismo en el Norte y del Ajuste Estructural en el Sur. Objetivo: revigorizar la acumulación de capital, y eso de dos maneras: 1) la remoción de las restricciones estatales al crecimiento, al uso y a los flujos de capital y riqueza; y 2) la redistribución del ingreso de los pobres y de las clases medias hacia los ricos, en la idea de que eso daría incentivos a los ricos para invertir y relanzar el crecimiento económico.
El problema con esa fórmula era que con la redistribución del ingreso hacia los ricos lo que haces es yugular los ingresos de los pobres y de las clases medias, reduciendo así la demanda, sin necesariamente inducir a los ricos a invertir más en producción. Lo cierto es que podría ser más rentable invertir en especulación. Además, y aun teniendo éxito, esa estrategia, a largo plazo, no haría sino agravar el problema básico, puesto que la inversión en producción habría de traer consigo volúmenes todavía mayores de capacidad productiva instalada.

Ello es que la reestructuración neoliberal, que se generalizó en el Norte y en el Sur en los 80 y 90, tuvo un paupérrimo registro en materia de crecimiento: el promedio del crecimiento global en los 90 fue del 1,1%, y de 1,4% en los 80. En cambio, cuando imperaban las políticas de intervención pública fue muy superior: en los 60 fue del 3,5% y en los 70, del 2,4%. La reestructuración neoliberal no podía superar el estancamiento.

Segunda vía de escape: la globalización

La segunda vía de escape que ensayó el capital global para contrarrestar el estancamiento fue la “acumulación extensiva” o globalización, es decir, la rápida integración de áreas semicapitalistas, no-capitalistas o precapitalistas en la economía global de mercado. Rosa Luxemburgo, que no sólo fue una gran dirigente política de la izquierda radical, sino también una gran economista, observó hace mucho tiempo en su gran clásico La acumulación de capital que ese fenómeno resultaba necesario para levantar la tasa de beneficio en las economías metropolitanas.
¿Cómo? Pues ganando acceso a trabajo barato, ganando nuevos y prácticamente ilimitados mercados, ganando nuevas fuentes de productos agrícolas baratos y de materias primas baratas, y dando origen a nuevas áreas de inversión en infraestructura. La integración se consigue a través de la liberalización del comercio, removiendo obstáculos a la movilidad del capital global y aboliendo fronteras para la inversión extranjera.

China es, ni que decir tiene, el ejemplo más destacado de un área no-capitalista integrada en la economía global a lo largo de los pasados 25 años.
A mediados de la primera década del siglo XXI, entre un 40 y un 50 por ciento de los beneficios de las corporaciones estadounidenses procedían de sus operaciones y ventas en el extranjero, especialmente en China.

El problema con esta forma de escapar al estancamiento es que exacerba el problema de la sobreproducción, porque lo que hace es añadir capacidad productiva. Un imponente volumen de capacidad manufacturera es lo que ha venido a añadirse en China en los últimos 25 años, lo que ha tenido un efecto depresor sobre precios y beneficios. No es por casualidad que, desde 1997, los beneficios de las corporaciones estadounidenses dejaran de crecer. De acuerdo con una estimación, la tasa de beneficios de las 500 primeras corporaciones de la lista de Fortune pasó de un 7,15% en 1960-69 a un 5,30% en 1980-90, luego a un 2,29% en 1990-99 y a un 1,32% en 2000-2002. A fines de los 90, con un exceso de capacidad industrial en prácticamente todas las industrias, el hiato entre capacidad productiva y ventas era ya el más grande desde los tiempos de la Gran Depresión. Vistas así las cosas, desde la perspectiva de la sobreproducción, la globalización no ha sido, contrariamente a lo sostenido por muchos de sus apologetas y por muchos de sus críticos, una etapa superior del capitalismo, sino un esfuerzo a la desesperada para salir del pantano de la sobreproducción. La globalización no tuvo elemento alguno de progreso.

Tercera vía de escape: la financiarización

Dados los limitados beneficios arrojados por la reestructuración neoliberal y la globalización en punto a contrarrestar el impacto depresivo de la sobreproducción, la tercera vía de escape –la financiarización— resultaba crucial para mantener y elevar la rentabilidad y las tasas de beneficio.

Con unas inversiones industriales y agrícolas que arrojaban magros beneficios por causa de la sobreproducción, andaban en circulación ingentes volúmenes de fondos excedentes, o se invertían y reinvertían en el sector financiero. Es decir: el sector financiero giraba sobre sí mismo.

Resultante de ello fue un incremento de la bifurcación entre una economía financiera hiperactiva y una economía real estancada. Como observara una ejecutivo financiero en las páginas del Financial Times, “en estos últimos años, hemos asistido a una creciente desconexión entre las economías real y financiera. La economía ha crecido (…) pero de ninguna manera como la economía financiera, hasta que estalló”. Lo que no nos dijo este observador fue que la desconexión entre la economía real y la financiera no se dio por casualidad; que la economía financiera estalló precisamente porque terminó abriéndose camino el estancamiento generado por la sobreproducción de la economía real.

Un indicador de la archirrentabilidad del sector financiero es que mientras los beneficios del sector manufacturero llegaron a representar el 1% del PIB de los EEUU, los del sector financiero llegaron a representar el 2%. Otro es el hecho de que el 40% del total de los beneficios de las corporaciones estadounidenses financieras y no financieras llegó a quedar a disposición del sector financiero, aun cuando éste sólo representaba el 5% del PIB de los EEUU (y aun este último porcentaje está probablemente sobrestimado).

El problema de invertir en operaciones del sector financiero es que monta tanto como exprimir valor de valor ya creado. Puede crear beneficio, desde luego, pero no crea valor nuevo: sólo la industria, la agricultura, el comercio y los servicios crean valor nuevo. Puesto, pues que el beneficio no se basa en valor creado, las operaciones de inversión terminar siendo harto volátiles, y los precios de las acciones, de las obligaciones y de otras formas de inversión pueden llegar a desviarse radicalmente de su valor real. (Por ejemplo: las acciones de empresas de innovación en Internet pueden llegar a alcanzar precios astronómicos, empujadas únicamente por estimaciones financieras que provocan alzas en espiral.)

Los beneficios, así pues, dependen de la oportunidad de empezar cobrando ventaja con unos precios al alza despegados del valor del producto, para luego vender antes de que la realidad fuerce una “corrección” que los retrotraerá drásticamente a los valores reales. La radical subida de los precios de un activo, mucho más allá de los valores reales, es lo que se llama formación de una burbuja.

Al depender la rentabilidad de golpes de fortuna especulativos, no resulta sorprendente que el sector financiero vaya de burbuja en burbuja, de una manía especulativa a otra.

Puesto que está activado por la manía especulativa, el capitalismo financieramente activado ha experimentado ya cerca de 100 crisis financieras desde que los mercados de capitales fueron desregulados y liberalizados en los 80, siendo la crisis más grave, antes de la presente, la crisis financiera asiática de 1997.

La dinámica de la implosión subprime

No entraré en detalle en la dinámica de la actual crisis, originada en el colapso del mercado inmobiliario estadounidense, fenómeno conocido también como “implosión subprime”. Algunas dimensiones clave de esa implosión (como el estímulo que Alan Grrenspan proporcionó a la burbuja financiera al recortar en junio de 2003 los tipos de interés hasta un 1% —los más bajos en 45 años— y mantenerlos a ese nivel durante todo un año, a fin de contrarrestar los efectos recesivos del estallido de la burbuja tecnológica de comienzos de los 90) ya se mencionaron ayer. Permitidme tocar, ya sea someramente, dos o tres puntos más.

La crisis hipotecaria subprime no fue un caso de oferta que rebasa la demanda real. La “demanda” había sido, y por mucho, urdida por la manía especulativa de promotores y financieros que querían sacar grandes beneficios de su acceso a la moneda extranjera (el grueso de ella, de origen asiático y chino) que inundó los EEUU en la pasada década. Se vendieron agresivamente gigantescos paquetes hipotecarios a millones de personas que normalmente no habrían podido permitírselo ofreciendo tasas de interés “insultantemente” bajas, que luego habrían de reajustarse a fin de aumentar las cuotas de pago de los flamantes nuevos propietarios de vivienda.

¿Cómo llegaron a convertirse en un problema tan gigantesco unas hipotecas problemáticas? Es que esos activos estaban “securizados”, esto es, convertidos en unos productos o mercancías espectrales llamados “obligaciones de deuda colateralizada” (CDO, por sus siglas en inglés), las cuales permitían especular con la posibilidad de que los créditos hipotecarios no fueran devueltos. Esos activos fueron entonces empaquetados junto a otros activos y comerciados por los originadores de las hipotecas, que trabajaban con distintos tipos de intermediarios tan conscientes del riesgo, que se quitaban de encima el producto a toda velocidad ofreciéndolo a otros bancos e inversores institucionales. A su vez, esas instituciones traspasaron esos títulos a otros bancos e institutos financieros foráneos.

La idea era vender al punto, hacerse con el dinero y lograr un buen y tranquilo beneficio, dejando el riesgo para los incautos que estaban al final de la cadena: para los centenares de miles de instituciones y de inversores individuales que compraban los títulos vinculados a hipotecas. A eso se le llamó “dispersión del riesgo”, y se veía como Buena cosa, porque aligeraba los balances contables de las instituciones financieras, permitiéndoles embarcarse en ulteriores actividades de préstamo.

Cuando se elevaron los tipos de interés de los préstamos subprime, de las hipotecas variables y de otros préstamos inmobiliarios, se terminó la partida. Hay cerca de cuatro millones de hipotecas subprime que entrarán probablemente en situación de impago en los próximos dos años, y cinco millones de impagos, en los próximos años, a causa de los tipos hipotecarios variables. Pero títulos cuyo valor total asciende a no menos de 2 billones de dólares han sido ya inyectados, cual si de letales virus se tratara, en el sistema financiero global. El gigantesco sistema circulatorio del capitalismo global ha sido fatalmente infectado. Y, como en una plaga, no sabemos quiénes ni cuántos están fatalmente infectados hasta que vayan emergiendo, porque el conjunto del sistema financiero ha llegado a ser superlativamente opaco a causa de la falta de regulación.

Colapso de la economía real

Nos hallamos ahora en una coyuntura en la que, en vez de cumplir con su tarea primordial de prestar para facilitar la actividad productiva, los bancos se aferran a su tesorería, o compran entidades rivales a fin de robustecer la propia base financiera. No puede sorprender: con el sistema circulatorio del capitalismo global infectado, era sólo cuestión de tiempo hasta que la economía real se contagiara como lo ha hecho, y a una velocidad aterradora, en estas últimas semanas. Woolworth, todo un emblem de la venta al por menor, ha quebrado en Gran Bretaña, la industria automovilística en EEUU está en cuidados intensivos, los beneficios de BMW se han desplomado cerca de un 90%, y hasta la poderosa Toyota ha experimentado un declive sin precedentes en sus beneficios. Con una demanda en caída libre de los consumidores norteamericanos, China y el Este asiático han visto hacinarse sus productos en los muelles de descarga, lo que ha traído consigo una aguda contracción de sus economías y despidos masivos.

La globalización ha hecho que economías que ligaron sus destinos en la época de auge, caigan ahora también de consuno a una velocidad sin precedentes: y no se vislumbra el final.

Permitidme ahora una pausa para declarar la razón de que haya entrado con cierto detalle en las causas y en la dinámica de la crisis: es que he querido destacar el hecho de que lo que hemos visto desarrollarse ante nuestros ojos hasta ahora no es una crisis de la variante neoliberal del capitalismo, sino la crisis del capitalismo.
La respuesta capitalista: socialdemocracia global
Con el colapso de la globalización y con el mercado desregulado yéndose al garete, la metafísica neoliberal con que se adornó el capitalismo contemporáneo ha quedado totalmente desacreditada, por bien que –la cosa no ofrece duda— se siga batiendo todavía en algunas acciones de retaguardia.

Yo creo que, entre las filas del establishment, han cundido realmente el pánico y la confusión, y les embarga el sentimiento de que las cosas irán todavía a peor antes de empezar a mejorar. Se percatan de que las viejas instituciones neoliberales, como el FMI, la OMC y el G-20 resultan irrelevantes, aun si los métodos keynesianos de gasto con déficit e inyección de liquidez en el mercado pudieran llegar a tener efectos muy limitados. Cada vez más, los intelectuales más inteligentes del establishment comienzan a percatarse de que no estamos sino al comienzo de una caída libre global, de que no sabemos realmente cuándo tocaremos fondo y ni de si, cuando lo toquemos, la economía global permanecerá mucho tiempo allí. La mejor imagen de la economía real que se me ocurre a mí es la de un submarino alemán de la II Guerra Mundial que, tocado en pleno Atlántico por las descargas de algún destructor británico, se va rápidamente a pique en dirección al fondo oceánico y, alcanzado el fondo, nadie sabe cómo logrará la tripulación reflotar el submarino. ¿Ocurrirá como en la clásica película de Wolfgang Petersen (Das Boot), y conseguirán las penosas maniobras de la tripulación inyectar aire comprimido bastante en los tanques de lastre como para regresar a superficie? ¿O seguirá el submarino indefinidamente en zonas abisales? ¿Funcionarán hoy los métodos keynesianos de reflotamiento? Los pensadores más críticos del capitalismo, como Martin Wolf o Paul Krugman, no apuestan por ello.

Has dos cosas de las que podemos estar seguros. La primera: los enfoques neoliberales han quedado totalmente desacreditados. Y la segunda: los tercos hechos de base, y no cualesquiera restricciones ideológicas, son los que impondrán con su dictado lo que hayan de hacer quienes se empeñen en salvar el sistema. Así pues, liberémonos ya nosotros para empezar de la idea, según la cual los principios neoliberales constituirán las líneas rojas infranqueables de su política venidera.
Permitidme ser un poco más de concreción. Yo creo que las acciones de la nueva administración Obama en Washington constituyen una ruptura con el neoliberalismo. Una cuestión importante, huelga decirlo, cuán decisiva y definitiva será esa ruptura con el neoliberalismo. Pero otras cuestiones van a la médula del capitalismo mismo. ¿Se se recurrirá a la propiedad pública, a la intervención pública y al control público simplemente con el propósito de estabilizar el capitalismo, para luego devolver el control a las elites granempresariales? ¿Estamos en puertas de una segunda oleada de capitalismo keynesiano, en el que el Estado y las elites granempresariales se asocian con el mundo del trabajo en una política de fomento de la industria, del crecimiento y de los salarios altos, esta vez con una dimensión verde? ¿O seremos testigos del comienzo de un proceso de desplazamientos fundamentales en la propiedad y en el control de la economía en una dirección más popular? Es verdad que hay límites para las reformas en el sistema de capitalismo global, pero en ningún otro momento en el pasado medio siglo han parecido esos límites más fluidos y porosos que ahora.

En este momento, el gasto masivo en estímulos a niveles record –un anatema para los neoliberales— se ha convertido en práctica generalizada, siendo las únicas divergencias entre las elites del Norte giran en torno al monto que deben tener esos gastos para lograr reflotar el submarino. En eso, Obama se ha revelado el superkeynesiano. También está en curso la nacionalización de los bancos –otra práctica condenada por el neoliberalismo—, y las cuestiones que dividen a las elites se refieren al grado de agresividad que debe tener el gobierno al ejercer el control sobre las participaciones mayoritarias de las acciones y a si devolverá los bancos a la gestión privada una vez pasada la crisis.

Al contrario de lo que se mantuvo aquí ayer en algunas intervenciones, la reprivatización no es un hecho predeterminado. Son los hechos de base los que determinarán la respuesta a todas estas cuestiones, pues la tarea que tiene entre manos los gestores de la crisis del capitalismo no es la hacer que las soluciones adoptadas estén en línea con una doctrina de todo punto desacreditada, sino la de salvar el capitalismo.

Más allá del gasto con déficit y de la nacionalización, yo creo que, en el seno del establishment, prosperará un debate sobre si conviene seguir la senda de lo que yo llamo “socialdemocracia global”, o SDG, para responder a la desesperada necesidad dual que tiene el capitalismo de tanto de estabilización como de legitimidad.
Aun antes de que se desarrollara plenamente la crisis financiera, los partidarios de la SDG habían ido ya tomando posiciones a favor de la misma como alternativa a la globalización neoliberal, avisados como estaban de las tensiones y los agobios generados por ésta. Una personalidad vinculada a eso es el primer ministro británico Gordon Brown, quien encabezó la respuesta europea inicial al desplome financiero a través de la nacionalización parcial de los bancos. Visto generalmente como el padrino de la campaña “Hagamos que la pobreza sea historia” en el Reino Unido, Brown, siendo todavía ministro de hacienda británico, propuso lo que llamó un “capitalismo de alianza” entre el mercado y las instituciones estatales, capaz de reproducir a escala global lo que, según él, hizo Franklin Roosevelt para una economía nacional: “asegurar los beneficios del mercado domando sus excesos”. Tiene que ser un sistema, continuaba Brown, que “se haga con todos los beneficios de los mercados globales y los flujos de capitales, minimice el riesgo de crisis, maximice las oportunidades de todos y sostenga a los más vulnerables: se trata, en una palabra, de restaurar en la economía internacional los fines públicos y los ideales elevados”.

En la articulación del discurso socialdemócrata global se ha sumado a Brown un grupo diverso compuesto, entre otros, por el economista Jeffrey Sachs, George Soros, el antiguo Secretario General de la ONU, Kofi Annan, el sociólogo David Held, el Premio Nobel Joseph Stiglitz, y hasta Bill Gates. Hay, evidentemente, diferencias de matiz en las posiciones de estas gentes, pero el impulso de sus perspectivas es el mismo: implantar un orden social y articular un sólido consenso a favor del capitalismo global.

Entre las posiciones clave promovidas por los partidarios de la SDG están las siguientes:

1) La globalización es esencialmente beneficiosa para el mundo; los neoliberales no han sabido ni gestionarla ni venderla a la opinión pública.

2) Es urgente salvar a la globalización de los neoliberales, porque la globalización es reversible y hasta puede que se halle ya en proceso de franca retrogresión.

3) El crecimiento no tiene por qué ir acompañado de una creciente desigualdad.

4) Hay que evitar el unilateralismo, preservando al propio tiempo, aun si fundamentalmente reformadas, las instituciones y los acuerdos multilaterales.

5) La integración social global, la reducción de las desigualdades tanto dentro de los países como entre los países, tiene que acompañar a la integración en el Mercado global.

6) La deuda global de los países en vías de desarrollo tiene que ser cancelada o drásticamente reducida, a fin de que los ahorros de ellos resultantes puedan emplearse para estimular las economías locales, contribuyendo así a la reflación global.

7) La pobreza y la degradación medioambiental han llegado a al punto de gravedad, que se hace preciso poner por obra un programa de ayudas masivas al estilo del “Plan Marshall” del Norte para el Sur en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

8) Hay que impulsar una “segunda revolución verde”, especialmente en África, mediante el uso generalizado de semillas genéticamente modificadas.

9) Hay que dedicar ingentes recursos a encarrilar la economía global por una senda más sostenible medioambientalmente, desempeñando los gobiernos un papel rector (“keynesianismo verde” o “capitalismo verde”).

Los límites de la socialdemocracia global

No se ha prestado demasiada atención a la socialdemocracia global, tal vez porque, como los generales franceses al romper la II Guerra Mundial, muchos progresistas siguen combatiendo en la guerra anterior, es decir, contra el neoliberalismo. Se precisa urgentemente de una crítica, y no sólo porque la SDG es el más probable candidato a suceder al neoliberalismo; más decisivo es el hecho de que, aunque la SDG tiene varios elementos positivos, tiene, como la vieja socialdemocracia de impronta keynesiana, muchos rasgos problemáticos.

Se puede comenzar la crítica destacando cuatro problemas centrales en la perspectiva de la SDG.

Primero: la SDG comparte con el neoliberalismo el sesgo favorable a la globalización, diferenciándose aquí sólo por su promesa de ser capaz de promover mejor la mejor que los neoliberales. Globalización significa para ellos una rápida integración de la producción y de los mercados, pero con una regulación eficaz, según lo planteó el Director General de Finanzas de la UE, Jan Koopman, que se dice keynesiano. Eso monta, sin embargo, tanto como decir que basta añadir la dimensión de la regulación, junto con la de la “integración social global”, para que un proceso esencialmente destructivo y desvertebrador, social y ecológicamente hablando, resulte digerible y aceptable. La SDG parte del supuesto de que las gentes desean realmente formar parte de una economía global funcionalmente integrada en la que hayan desaparecido las barreras que distinguen lo nacional de lo internacional. ¿No será, al contrario que, hartas como están las gentes de los comportamientos erráticos de la economía internacional, lo que preferirían es más bien formar parte de economías sujetas a control local? Y ocurre, en efecto, que la actual deriva bajista de las economías interconectadas viene a confirmar con hechos harto contundentes la validez de las críticas centrales del movimiento antiglobalizador al proceso de globalización.

Segundo: la SDG comparte la preferencia del neoliberalismo por los mercados como mecanismo principal de producción, distribución y consumo, diferenciándose sobre todo por predicar la acción del Estado en punto a corregir los fallos del mercado. El tipo de globalización que necesita el mundo, de acuerdo con Jeffery Sachs en The End of Poverty, implicaría “engancharse al carro (…) de la notoria potencia del comercio y la inversión, reconociendo y enfrentándose a sus limitaciones mediante una acción colectiva compensatoria”. Eso es muy otra cosa que decir que la ciudadanía y la sociedad civil son quienes deben tomar las decisiones económicas clave, siendo el mercado, como la burocracia estatal, un mero mecanismo de realización de decisiones democráticamente tomadas.

Tercero: la SDG es un proyecto tecnocrático, con expertos sirviendo menús y lanzando reformas sociales desde su poltrona, no un proyecto participativo en el que las iniciativas discurran de abajo arriba.

Cuarto: la SDG, aunque crítica con el neoliberalismo, acepta el marco del capitalismo monopolista, que refuerza en lo fundamental el control privado concentrado de los medios de producción, deriva beneficio de la extracción explotadora de valor excedente generado por el trabajo, va de crisis en crisis por causa de sus tendencias a la sobreproducción y, encima, en su búsqueda de rentabilidad, tiende a poner al medio ambiente al límite e sus capacidades. Como ocurriera con el keynesianismo en el marco nacional, la SDG busca en el marco global un nuevo compromiso de clase que venga acompañado de nuevos métodos para contener o minimizar la tendencia del capitalismo a la crisis. Así como la vieja socialdemocracia y el New Deal estabilizaron el capitalismo nacional, la función histórica de la socialdemocracia global sería la de allanar las hirsutas contradicciones del capitalismo global y relegitimarlo tras la era de crisis y caos dejada en herencia por el neoliberalismo.

De de la cruz a la fecha, la SDG lidia con cuestiones de gestión social. La izquierda, en cambio, tiene que lidiar con cuestiones de emancipación social. La SDG se atiene a la gestión tecnocrática; la izquierda, a la democracia participativa desde la raíz, desde las mismas empresas. La SDG busca reconfigurar el capitalismo monopolista, como hiciera en su día el viejo keynesianismo, pero esta vez a escala global. La izquierda, obligada a plantearse el problema de las relaciones de propiedad, tiene que buscar la creación de un sistema postcapitalista. La SDG quiere perfeccionar la globalización. La izquierda quiere la desglobalización. La SDG ve el futuro en el capitalismo verde. La izquierda ve la descapitalistización como condición previa a cualquier organización social planetaria ecológicamente benigna.
Como el presidente brasileño Lula, el presidente Obama tiene el talento retórico para tender puentes entre diferentes discursos. En lo tocante a economía, es una tabula rasa. Como Roosevelt, no se ata a fórmulas del ancien régime. Como Lula y como Roosevelt, es un pragmático cuyo criterio básico es el éxito en la gestión social. Como tal, está en una posición única para encabezar esa ambiciosa empresa reformista. Nuestra tarea no puede únicamente consistir en dar apoyo a los aspectos positivos del programa de la SDG que promuevan el bienestar popular y oponernos a los que lleven a la re-estabilización del capitalismo. También tenemos que ser capaces, y eso es todavía más importante, de diferenciar, mientras dure el proceso, nuestro proyecto del de la SDG y ganar apoyos para nuestra visión y para nuestro programa estratégicos.

El desafío procedente de la derecha

Sin embargo, la opción la que nos enfrentamos en el periodo que se avecina no pasa por elegir entre la Izquierda y la Socialdemocracia Global. ¡Sería una elección harto sencilla! Porque lo cierto es podría comenzar a articularse una respuesta que fuera anti-neoliberal en materia económica, al menos retóricamente, populista en materia social, pero excluyente en sus políticas, es decir, evocadora de solidaridades de tribu, no de pueblo. Ya hemos empezado a ver algo de eso en la actitud del presidente francés Sarkozy. Tras declarar que “el capitalismo de laissez-faire ha muerto”, creó un fondo de inversión estratégico de 20 mil millones de euros para promover la innovación tecnológica, mantener las industrias más avanzadas en manos francesas y conservar puestos de trabajo. “El día que dejemos de construir trenes, aviones, automóviles y barcos, ¿qué quedará de la economía francesa?”, se preguntó retóricamente hace unos días. “Recuerdos. Yo no quiero hacer de Francia una mera reserva turística”. Este tipo de política industrial agresiva, tendente a reagrupar a los sectores clave de la clase capitalista francesa y a ganar ascendiente sobre la clase obrera blanca tradicional del país, puede muy bien ir de la mano con las políticas excluyentes y anti-inmigratorias con que ha venido asociándose al presidente francés.

El populismo conservador de Sarkozy es relativamente templado. Los hay más radicales aguardando en los márgenes, como el movimiento antimusulmán de Gerd Wilders en Holanda, al que se augura un 28% de escaños en las próximas elecciones parlamentarias merced a una oportuna amalgama de solidaridad comunal, teoría económica populista y liderazgo autoritario. Por doquiera en el mundo desarrollado hay movimientos de este tipo, y lo que a mí me preocupa es que la crisis en curso pueda abrirles el camino para lograr alcanzar una masa crítica.
Porque las cosas irán a peor, a mucho peor, antes de comenzar a ir mejor, y la crisis global no es algo que pueda gestionarse tecnocráticamente, como si se tratara del aterrizaje suave realizado hace unas semanas por el piloto de US Airways en el río Hudson en Nueva York. Si la Socialdemocracia Global fracasa en su intento de revigorizar el capitalismo y la Izquierda es incapaz de articularse con una visión programática fundada en la igualdad, la justicia y la democracia participativa que resulte atractiva para el pueblo en un período de crisis grave y duradera, entonces otras fuerzas se aprestarán a llenar el vacío, como ocurrió en los años 30 del siglo pasado. Si hay algo que Rosa Luxemburgo, Gramsci y Lenin pueden enseñarnos hoy es que no bastan la buena voluntad, los valores y la visión; que, al final, es decisiva la política, entendida como una visión de poder, como una estrategia efectiva de construcción de coaliciones y como astutas y flexibles tácticas de formación de una masa crítica para ganar poder, como una actividad con dimensiones parlamentarias y extraparlamentarias. La naturaleza tiene horror al vacío, y nosotros tenemos que estar dispuestos a llenar el vacío. O perderemos. Y eso no podemos permitírnoslo ahora.

La izquierda tiene que despertar

Para resumir. Mientras los progresistas estaban inmersos en una guerra total contra el neliberalismo, el pensamiento reformista iba calando en los círculos del establishment. Ese pensamiento se está convirtiendo ahora en política, y la izquierda tiene que trabajar el doble para hacer lo propio. No es solo cosa de pasar de la crítica a la prescripción. Se trata de rebasar las limitaciones de la imaginación política de la izquierda impuestas por la agresividad del desafío neoliberal en los 80, que vino a combinarse con el colapso de los regímenes socialistas burocráticos a comienzos de los 90. La izquierda debería atreverse a aspirar de nuevo a paradigmas de organización social que tendieran sin recato a la igualdad y al control democrático participativo tanto de la economía nacional como de la economía mundial: porque esas son condiciones necesarias de la emancipación individual y colectiva y –hay que añadirlo— de la estabilización ecológica.

Esa una perspectiva por la que deberíamos poder combatir, no simplemente librando una batalla por la consciencia del gente, sino también por sus corazón y su alma. Y aquí la lucha es, por un lado, contra los esquemas capitalistas tecnocráticos de reestabilización capitalista de la socialdemocracia global y, por el otro, contra los esquemas con base de masas de la reestabilización capitalista del populismo nacionalista y fundamentalista. Las ideas no bastan, y lo que será decisivo es el modo de traducir nuestras ideas y nuestros valores y nuestra visión a una estrategia y a unas tácticas con vocación ganadora que puedan triunfar democráticamente. Tenemos que salir del economicismo al que quedó reducida la izquierda global en la era neoliberal: la política tiene que volver a tomar el mando.

Walden Bello es president e de la Freedom from Debt Coalition, investigador principal del Focus on the Global South y profesor de economía política en la Universidad de Filipinas. En Europa, es miembro honorario del partido alemán Die Linke.

segunda-feira, 27 de abril de 2009

Crises Econômicas e Ondas Longas na Economia Mundial , por Theotonio Dos Santos

Entre os temas que preocupam o mundo contemporâneo desde o século XIX, dos formuladores de política aos analistas econômicos, está a questão do ciclo econômico, das flutuações econômicas e das crises econômicas que se manifestam em períodos mais ou menos sucessivos e identificáveis nas economias nacionais e na economia mundial, seja nos países mais desenvolvidos ou seja no conjunto da economia mundial. Na medida em que a economia neoclássica se orientou para a preocupação com o equilíbrio geral, a flutuação econômica passava a ser uma anormalidade, conseqüência de alguma forma de rompimento desse equilíbrio que só pode encontrar sua explicação em fatores externos aos fenômenos econômicos analisados pela teoria. Não se pode afirmar, então, que exista uma teoria do ciclo econômico produzida pela economia neoclássica, na medida em que as flutuações econômicas seriam explicadas por fenômenos externos ao modelo econômico e, portanto, relativamente aleatórios. Alguns economistas se dedicaram, contudo, a análise dos ciclos ou flutuações dos negócios, na medida em que era impossível negar sua existência que, como dissemos, é uma parte muito central da vida econômica contemporânea.

Para ver o texto completo, clique aqui.

quinta-feira, 23 de abril de 2009

SOBRE A PERIGOSA ESTRATÉGIA DO PRESIDENTE OBAMA

Por Miguel Urbano Rodrigues

Cumpridos os primeiros três meses na Casa Branca, Barack Obama continua em estado de graça. Sobre o jovem presidente negro chovem elogios.

Uma máquina de propaganda bem concebida conseguiu que a promoção do sucessor de George Bush adquirisse características inéditas. Não somente assumiu proporções mundiais como a maioria dos epígonos é sincera na apologia do novo herói americano, não se apercebendo de que o coro dos elogios é estimulado por uma engrenagem made in USA.

No auge de uma gigantesca crise do capitalismo, inseparável de uma crise de civilização, Obama é apresentado como o sucessor dos pais da Pátria do final do século XVIII, o líder providencial sobre cujos ombros caiu a missão de salvar a humanidade dos perigos que a ameaçam, tarefa que somente o seu país, os EUA, poderá liderar e concluir com êxito.

O quase endeusamento do salvador é acompanhado por uma ofensiva mediática paralela sobre as virtudes do exemplar chefe de família. A esposa e as filhas tornaram-se tema de reportagens apologéticas na TV, na Internet e na grande imprensa. Até o cão das meninas inspirou artigos que correm pelo mundo.

Essa poderosa orquestração promocional empurra o cidadão comum, de Washington a Tóquio, de Brasília ao Cairo para a conclusão de que, afinal, o destino da humanidade depende hoje muito mais da grandeza de um homem excepcional que do quefazer dos povos.

Desmontar essa campanha e chamar à realidade centenas de milhões de pessoas que por ela são confundidas é, creio, um dever dos intelectuais progressistas.


DO MITO À REALIDADE


Barack Obama é um homem inteligente, mais honesto e bem intencionado do que a quase totalidade dos presidentes que o precederam.

Acredito que há meia dúzia de anos não lhe passaria pela cabeça a ambição de chegar à Casa Branca. Foram as circunstâncias e o seu grande talento oratório na comunicação com as massas que contribuíram decisivamente para que esse mestiço, filho de um imigrante de Quénia, fosse eleito presidente dos EUA.

Um factor importante pesou na vitória tida por impossível quando nas primárias disputou a candidatura pelo Partido Democrata: a sua experiência como senador proporcionara-lhe um conhecimento aprofundado da sociedade estadunidense e do sentimento de aversão do americano médio pelas engrenagens apodrecidas do Poder, em Washington.

Esses trunfos, muito importantes, não bastam, porem para transformar quase de um dia para outro o ex – senador pelo Illinois num estadista super dotado.

O apoio ostensivo do grande capital foi determinante para a eleição de Obama no contexto de uma crise do sistema mais complexa e profunda do que a iniciada com o crash de Wall Street em 1929.O mundo da Finança preferiu o politico que prometia mudar tudo ao republicano McCain, comprometido com a herança de Bush.

Os sacerdotes do dinheiro não são ingénuos.

Transcorridos três meses, o Presidente que popularizou os slogans «Sim, nós podemos!» e «Sim, é possível!», mudou muito pouca coisa.

Obama cultiva um populismo sem precedentes na Casa Branca.

O esboço de um grande futuro que ele ajudará a construir é uma constante no discurso retórico em que a ambição do projecto ganha credibilidade pelo tom humanizado do estadista pessoalmente desambicioso, inconformado com o sofrimento dos seus compatriotas pobres e decidido a materializar o velho sonho de uma paz perpetua na Terra, erradicando dela os flagelos do terrorismo e da guerra.

Mas, em vésperas de festejar os 100 dias, os actos do Presidente não correspondem às promessas e à esperança que suscitou.

No plano interno, na área estratégica da Economia, Obama formou um gabinete com alguns dos mais destacados cérebros que conceberam a desregulação do sistema financeiro dos anos 90, estopim da borbulha especulativa cujo estouro gerou o pânico no mundo do capital. Três dos colaboradores a quem tinha confiado postos-chave da Administração tiveram de renunciar por estarem envolvidos em escândalos. Outros, como Paul Volcker, Lawrence Summers e Timothy Geithner, não escondem uma fidelidade granítica ao neoliberalismo e às grandes transnacionais e bancos que o Estado se esforça por salvar da falência.

Afirmando que comparecia na Cimeira do G-20 sobretudo para ouvir e recuperar a confiança de velhos aliados, o Presidente Obama fez aprovar em Londres, no fundamental, a estratégia que a maioria dos Europeus, sobretudo Sarkozy e a chanceler Merkel recusavam.

Os 750 mil milhões atribuídos ao FMI e os 250 mil milhões de apoio a direitos especiais de saque, bem como os 100 mil milhões destinados ao Banco Mundial e a outros bancos confirmaram que a politica de socorro aos bancos e banqueiros corruptos, responsáveis pela crise, vai prosseguir, nela cabendo um papel importantíssimo à instituição financeira que comandou a imposição do neoliberalismo em escala mundial.

No tocante à política internacional, Obama, longe de trabalhar pela paz, não se desviou até agora da linha belicista da Administração anterior, traçada pelos neoconservadores bushianos.

Hillary Clinton, à frente do Departamento de Estado, está a desempenhar o papel que dela se poderia esperar. O seu sorriso permanente e o discurso recheado de promessas ocultam mal as suas posições de conservadora empenhada em aplicar com firmeza o conselho de Lampedusa no Il Gatopardo: mudar na aparência alguma coisa para que tudo fique, afinal, na mesma.

Não parece dar-se conta de que num mundo em crise nada hoje é estático e tudo está em movimento.

A política em relação à Palestina é, com retoques cosméticos, a mesma. As declarações de Obama quando, antes da eleição, visitou e elogiou Israel, não justificam a esperança de uma revisão profunda da aliança com o sionismo, não obstante o novo governo israelense, de extrema-direita, se negar a admitir a criação de um Estado Palestino. É inquietante que o seu chefe de Gabinete na Casa Branca, um dos chamados homens do Presidente mais influentes, seja Rahme Emanuel, um sionista fanático.

Quanto ao Iraque, Obama retoma a tese de Bush sobre o êxito da pacificação do país, situação que permitiria o regresso aos EUA de dezenas de milhares de soldados, de acordo com o calendário estabelecido. Sabe que mente e todas as semanas dezenas de pessoas morrem ali em acções de violência atribuídas sempre a organizações terroristas e à Al Qaeda, como se a Resistência não existisse. No Norte, em Mossul, a tendência é, aliás, para um agravamento da contestação.

Washington recusa-se a reconhecer que o Iraque é um país ocupado e vandalizado, com um governo fantoche.

Relativamente ao Irão, o discurso agressivo de Bush foi substituído por outro, de abertura ao diálogo. Mas o Presidente norte-americano defende a aplicação de novas sanções se o governo de Ahmadinejad não se submeter às suas exigências, isto é, a renunciar a um projecto que Teerão garante estar orientado para o aproveitamento da energia nuclear com fins exclusivamente pacíficos.


AFEGANISTAO: ESTRATEGIA PERIGOSA NUMA GUERRA PERDIDA


Na sua campanha para a Casa Branca, Obama já havia feito afirmações irresponsáveis sobre a guerra no Afeganistão. Eleito, retomou o tema com insistência, afirmando que vencer essa guerra seria um objectivo prioritário na sua politica internacional.

Não disponho de informações sobre qual dos conselheiros do Presidente é responsável pela sua obsessão afegã. Mas a adesão ao projecto de transformar em pólo estratégico na luta contra o terrorismo a guerra de agressão ao povo afegão, iniciada por Bush como represália absurda pelos atentados do 11 de Setembro, é reveladora das lacunas culturais de Obama.

Há poucos dias, o Presidente advertiu os europeus -ao pedir-lhes um maior envolvimento militar no Afeganistão, nomeadamente através do reforço das tropas de combate integradas na força da NATO – que a luta contra o terrorismo era inseparável de um desfecho vitorioso naquela guerra distante num pais em que identificava, pela presença activa da Al Qaeda, a maior ameaça ao Ocidente civilizado, particularmente à Europa.

A resposta ao apelo não parece tê-lo satisfeito, por insuficiente.

Na sua opinião, Bin Laden, oculto algures nas áreas tribais do Paquistão, dirige do seu refúgio os talibans que controlam hoje extensas regiões no país.

Acontece que os EUA não se limitam já a combater os chamados «rebeldes» no território afegão. Os bombardeamentos de aldeias paquistanesas por aviões da USAF não tripulados tornaram-se rotineiros em operações responsáveis pela morte de muitos civis ali residentes.

O general Petraeus, comandante-chefe para toda a Região do Médio Oriente e Ásia Central, chegou, entretanto, algo tardiamente, à conclusão de que a guerra não pode ser vencida por meios exclusivamente militares.

O Pentágono e o Presidente foram informados de que a solução do problema passa pela abertura de negociações com um sector do inimigo terrorista.

O general identifica três grupos diferenciados entre os talibans. Um de fanáticos islamistas, minúsculo, talvez uns 10%, irredutível na sua decisão de combater os invasores; um segundo, maioritário, de gente que apoia a insurreição por ódio aos estrangeiros, mas neutralizável; um terceiro, a terça parte, recuperável. Petraeus sugere a abertura de negociações com essa facção, admitindo que, tal como ocorreu no Iraque com milhares de sunitas, esses talibans possam tornar-se futuros aliados. Essa tese conta com o apoio do presidente Karzai, ex-funcionário subalterno de uma companhia petrolífera norte-americana. O objectivo de estabilizar o país - da sua «democratização» já não se fala - exige o estimulo ao desenvolvimento económico, a reconstrução de cidades destruídas, o combate vitorioso à produção e exportação de ópio.

Tais metas são inatingíveis. Em primeiro lugar porque o dinheiro da ajuda internacional tem sido embolsado pela gente de Karzai. É esclarecedor que a produção da papoila do ópio tenha aumentado extraordinariamente a partir da ocupação americana.

Petraeus terá sido influenciado por um ex-oficial do exército australiano, hoje seu assessor influente. Esse obscuro militar, definido já por alguns media estadunidenses como um estratego genial, defende uma acção psicológica junto das populações para reconquistar a sua confiança. Quanto aos talibans vacilantes, sugere a sua compra para os fazer mudar de campo, transformando-os de de inimigos em aliados.

Li algures que Petraeus tem paixão pela História, mas não demonstra ter percebido que o ambicioso projecto de «pacificação» do seu colaborador australiano é afinal uma repetição daqueles que os generais Westmoreland, Challe e Spinola idearam para o Vietname, a Argélia e a Guine Bissau. Acontece que todos fracassaram.

Mas os factos confirmam que o Presidente identifica na escalada no Afeganistão um pilar da sua estratégia de combate mundial ao terrorismo. Segundo as agências noticiosas, aproximadamente 21 000 soldados vão ser transferidos do Iraque para o Afeganistão e o Presidente vai pedir ao Congresso mais 98 mil milhões de dólares para fin anciar e «vencer» a guerra

Obama não terá disposto de tempo para estudar a história do país que foi alias berço de grandes civilizações cuja memória é transmitida por ruínas belíssimas que fazem do país um dos maiores museus arqueológicos naturais da humanidade.

O Presidente certamente desconhece que ao longo de 23 séculos, desde a chegada de Alexandre da Macedónia, todos os invasores do actual território do Afeganistão foram enfrentados com extraordinária coragem pelos habitantes, nomeadamente os antepassados dos pashtuns, a minoria mais numerosa num pais que continua a ser um mosaico de nacionalidades.

Os mongóis de Gengis Khan renunciaram a conquistar a Índia depois de sofrerem enormes perdas na travessia da cordilheira do Hindu Kush.

A Inglaterra imperial invadiu três vezes o país. Na primeira, em 1848, um exército de 14 000 homens foi totalmente destruído na retirada de Cabul para a fronteira. O único oficial sobrevivente, o Dr. Brydon, médico da expedição, chegou a Jalalabad montado numa mula para anunciar a catástrofe. Na segunda guerra, em 1878, uma brigada britânica de 4000 homens foi aniquilada pelo príncipe Ayub Khan na batalha de Maiwand, às portas de Kandahar. A terceira, em 1919, iniciada com um ataque afegão a guarnições da fronteira, findou quando Londres reconheceu a plena independência do país, submetido a um regime de protectorado.

Transcorrido mais de meio século, milhares de soldados soviéticos morreram em combate nas montanhas afegãs, na década de 80, durante o conflito que opôs a Revolução afegã às organizações de mujahedines, armadas e financiadas pelos EUA.

Uma constante na torrencial desinformaçao sobre a guerra no Afeganistão é a insistência em atribuir à Al Qaeda o comando da insurreição na qual os talibans do mullah Omar seriam a única organização guerrilheira que enfrenta as tropas de ocupação (da NATO e dos EUA).

Ora no Afeganistão o árabe, língua de Bin Laden e da maioria dos dirigentes da Al Qaeda, é praticamente desconhecido. Os dois idiomas oficiais são o dari (variedade do persa) e o pashto, ambos indo-europeus.

É falso também atribuir aos talibans todas as acções de combate aos ocupantes. Muitas tribos da fronteira, sobretudo os waziris, os momand, os shinwar, e outras, lutam por ódio ao invasor e não sob comando taliban. Nos confrontos com as tropas estrangeiras participam inclusive – segundo notícias divulgadas na Suécia – ex-dirigentes do Partido Democrático do Povo, na clandestinidade desde o fim da Revolução Afegã.


A DERROTA SERÁ O DESFECHO


O republicano Robert Gates, mantido por Obama à frente do Pentágono aprova obviamente com entusiasmo a escalada prevista para o Afeganistão. Hillary Clinton também.

Não surpreende que em Portugal, o ministro da Defesa, com o aval de Sócrates, tenha anunciado o reforço da participação militar portuguesa nas forças da NATO, afirmando com orgulho que ela serve os interesses do Estado.

À ignorância soma-se a irresponsabilidade socratiana.

Uma derrota humilhante espera os EUA no Afeganistão. O desfecho dessa guerra antecipadamente perdida será talvez, pelas suas consequências, mais grave do que a retirada do Vietname.

Semana a semana mais envolvido nas malhas da engrenagem que nos EUA controla o Poder sob o manto da Finança, o Presidente avança em múltiplas frentes para fracassos que tornarão cada vez mais distante o seu grande objectivo: superar a crise em que o capitalismo está atolado, meta imprescindível à manutenção da hegemonia mundial exercida pelo país.

Não ponho em causa o homem. Mas é inquietante que o Obama que anuncia romanticamente para um futuro remoto um planeta desnuclearizado, em paz perpétua, não se aperceba de que no exercício da Presidência está a negar, de concessão em concessão ao establishment, os compromissos assumidos com o seu povo e a dar continuidade a uma estratégia imperialista de dominação universal.

A decisão, tomada na semana passada, de arquivar os processos instaurados aos torcionários das Forças Armadas que no Iraque cometeram crimes hediondos, expressa uma nova e alarmante capitulação. Argumenta que esses militares agiram de «boa fé», cumprindo ordens superiores, na convicção de que serviam a Pátria.

Cabe recordar que o Tribunal de Nuremberga condenou à penamáxima oficiais generais nazis que em sua defesa invocaram precisamente esse argumento.

A apologia irracional do novo presidente dos EUA não pode apagar a realidade: a estratégia que desenvolve, longe de remover a ameaça à humanidade que o imperialismo estadunidense configura, dá-lhe continuidade.


Vila Nova de Gaia, 18 de Abril de 2009

quarta-feira, 22 de abril de 2009

Fórum América

Evento Fórum América do SINPRO-Rio, no SINPRO de 1º e 5 de junho.

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FÓRUM AMÉRICA


“Vista de fora, esta região do planeta ainda pode parecer uma grande oportunidade perdida. No entanto, a partir do início deste século XXI, nada será como antes nesta terra que Simon Bolívar sonhou unificar. Porque a América Latina mudou, e porque tudo que se passa em nossos países aponta para um futuro sem roteiros pré-estabelecidos.”
Ivana Jinkings

Objetivos

Debater os fenômenos políticos, econômicos e sociais ocorridos nos últimos anos em nosso continente. Avaliar as iniciativas que visam à integração dos países da América do Sul e da América Latina e o papel do Brasil nesse processo.


O Fórum América terá 4 encontros ao longo do ano de 2009. No primeiro semestre, Estados Unidos e Cuba estarão no centro de nossas atenções.


Estados Unidos


Temas para debate

1. Os fatores internos e externos que levaram à eleição de Barack Obama.

2. Os EUA e sua política para a América Latina, em especial, a posição em relação a Cuba e ao papel do Brasil no processo de integração regional. O que muda com a eleição de Obama?

3. Os Estados Unidos frente à crise econômico-financeira atual – os efeitos da crise na posição dos EUA dentro do sistema econômico mundial.

4. Estados Unidos e hegemonia – o eventual colapso do poder global americano e suas implicações.


Quarta-feira, 25 de março, às 18h30

Local: Sede - auditório do 2º andar


Sexta-feira, 27 de março, às 19h

Local – auditório da subsede de Campo Grande


Convidados confirmados

Sede

José Luiz Fiori (Professor de Economia Política Internacional no Instituto de Economia/UFRJ. É um dos autores do livro “O mito do colapso do poder americano”)


Sede e Campo Grande

Carlos Eduardo Martins (Doutor em Sociologia/PUC-SP, Professor-Colaborador do Departamento de Ciência Política da UFF. Pesquisador do grupo de trabalho sobre Estados Unidos da CLACSO)






Cuba

Temas para o debate

1. O contexto pré-revolução e as transformações do pós 59.

2. A economia no “período especial” dos anos 90 e as transformações na estrutura sócio-classista cubana.

3. Perspectivas e desafios da atualidade. Cuba sob a perspectiva da unidade latinoamericana.


Segunda-feira, 1 de junho, às 18h30

Local: Sede - auditório do 2º andar


Sexta-feira, 5 de junho, às 19h

Local – auditório da subsede de Campo Grande


Convidados confirmados

Sede e Campo Grande

Daniel Aarão Reis (Doutor em História Social/USP. É professor titular de História Contemporânea da UFF)


Theotônio dos Santos (Doutor em Economia Por Notório Saber/UFMG e UFF. É professor titular da UFF, Coordenador de Cátedra da Unesco e membro de corpo editorial da Monitor Mercantil.

Endereços do SINPRO-RIO:
Sede - Rua Pedro Lessa, 35 - 2º andar
Subsede Campo Grande - Rua Manai, 180

terça-feira, 21 de abril de 2009

V Coloquio Internacional por la Liberación de los Cinco Héroes Prisioneros del Imperio





divulgar
theotonio


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Estimados compañeros,

Del 19 al 23 de Noviembre desarrollaremos el V Coloquio Internacional por la Liberación de los Cinco Héroes Prisioneros del Imperio.

Se adjunta convocatoria.

Saludos,

José Prieto Cintado
Director América Latina y el Caribe

Cuba é América, Cesse o Bloqueio!


Cuba es América
Cese el Bloqueo!



Desde el año de 1992 y durante 14 años, de manera continua y consecutiva, la Asamblea General de Naciones Unidas de manera prácticamente unánime, vienen condenando el bloqueo a Cuba y demandando del gobierno de los Estados Unidos su eliminación.

El bloqueo es un acto de guerra económica. Es también un acto de genocidio según la Convención de Ginebra para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948, pues es una amenaza cierta al derecho a la vida de todo el pueblo Cubano.

No hay actividad económica o social en Cuba que no sufra sus consecuencias. No hay un derecho humano de los cubanos que no esté agredido por el bloqueo. En estos 47 años el bloqueo ha costado a cuba más de 90.000 millones de dólares. Este cerco cruel y brutal pretende ahogar y provocar la destrucción de la revolución cubana y sus instituciones.

El Rescate del Sandinismo al inaugurarse la llamada V Cumbre de las Américas recuerda a la OEA y su insulso Secretario General así como al Presidente Obama que Cuba es América. El bloqueo y la exclusión de Cuba es una humillación para América Latina. Exigimos que el Gobierno Norteamericano cumpla con el mandato de Naciones Unidas de suspender el bloqueo y la inmediata derogación de las leyes de efecto extraterritorial como la llamada Helms-Burton.

Managua 17 de Abril 2009
Rescate del Sandinismo.

A LOS QUE QUIEREN RECLAMAR FIN DEL BLOQUEO LES INVITAMOS AL PLANTON FRENTE A ONU, (ROTONDA GUEGUENSE HACIA EL SUR) , VIERNES 17 DE Abril 9 AM.

segunda-feira, 20 de abril de 2009

Hobsbwam, o trabalhismo caiu no conto do neo-liberalismo

O artigo do historiador marxista Eric Hobsbawm, extraído da Carta Maior e do Guardian.

Socialismo fracassou, capitalismo quebrou: o que vem a seguir?

A prova de uma política progressista não é privada, mas sim pública. A prioridade não é o aumento do lucro e do consumo, mas sim a ampliação das oportunidades e, como diz Amartya Sen, das capacidades de todos por meio da ação coletiva. Isso significa iniciativa pública não baseada na busca de lucro. Decisões públicas dirigidas a melhorias sociais coletivas com as quais todos sairiam ganhando. Esta é a base de uma política progressista, não a maximização do crescimento econômico e da riqueza pessoal. A análise é do historiador britânico Eric Hobsbawm

Eric Hobsbawm - The Guardian

Seja qual for o logotipo ideológico que adotemos, o deslocamento do mercado livre para a ação pública deve ser maior do que os políticos imaginam. O século XX já ficou para trás, mas ainda não aprendemos a viver no século XXI, ou ao menos pensá-lo de um modo apropriado. Não deveria ser tão difícil como parece, dado que a idéia básica que dominou a economia e a política no século passado desapareceu, claramente, pelo sumidouro da história. O que tínhamos era um modo de pensar as modernas economias industriais – em realidade todas as economias -, em termos de dois opostos mutuamente excludentes: capitalismo ou socialismo.
Conhecemos duas tentativas práticas de realizar ambos sistemas em sua forma pura: por um lado, as economias de planificação estatal, centralizadas, de tipo soviético; por outro, a economia capitalista de livre mercado isenta de qualquer restrição e controle. As primeiras vieram abaixo na década de 1980, e com elas os sistemas políticos comunistas europeus; a segunda está se decompondo diante de nossos olhos na maior crise do capitalismo global desde a década de 1930. Em alguns aspectos, é uma crise de maior envergadura do que aquela, na medida em que a globalização da economia não estava então tão desenvolvida como hoje e a economia planificada da União Soviética não foi afetada. Não conhecemos a gravidade e a duração da atual crise, mas sem dúvida ela vai marcar o final do tipo de capitalismo de livre mercado iniciado com Margareth Thatcher e Ronald Reagan.
A impotência, por conseguinte, ameaça tanto os que acreditam em um capitalismo de mercado, puro e desestatizado, uma espécie de anarquismo burguês, quanto os que crêem em um socialismo planificado e descontaminado da busca por lucros. Ambos estão quebrados. O futuro, como o presente e o passado, pertence às economias mistas nas quais o público e o privado estejam mutuamente vinculados de uma ou outra maneira. Mas como? Este é o problema que está colocado diante de nós hoje, em particular para a gente de esquerda.
Ninguém pensa seriamente em regressar aos sistemas socialistas de tipo soviético, não só por suas deficiências políticas, mas também pela crescente indolência e ineficiência de suas economias, ainda que isso não deva nos levar a subestimar seus impressionantes êxitos sociais e educacionais. Por outro lado, até a implosão do mercado livre global no ano passado, inclusive os partidos social-democratas e moderados de esquerda dos países do capitalismo do Norte e da Australásia estavam comprometidos mais e mais com o êxito do capitalismo de livre mercado.
Efetivamente, desde o momento da queda da URSS até hoje não recordo nenhum partido ou líder que denunciasse o capitalismo como algo inaceitável. E nenhum esteve tão ligado a sua sorte como o New Labour, o novo trabalhismo britânico. Em suas políticas econômicas, tanto Tony Blair como Gordon Brown (este até outubro de 2008) podiam ser qualificados sem nenhum exagero como Thatchers com calças. O mesmo se aplica ao Partido Democrata, nos Estados Unidos.
A idéia básica do novo trabalhismo, desde 1950, era que o socialismo era desnecessário e que se podia confiar no sistema capitalista para fazer florescer e gerar mais riqueza do que em qualquer outro sistema. Tudo o que os socialistas tinham que fazer era garantir uma distribuição eqüitativa. Mas, desde 1970, o acelerado crescimento da globalização dificultou e atingiu fatalmente a base tradicional do Partido Trabalhista britânico e, em realidade, as políticas de ajudas e apoios de qualquer partido social democrata. Muitas pessoas, na década de 1980, consideraram que se o barco do trabalhismo não queria ir a pique, o que era uma possibilidade real, tinha que ser objeto de uma atualização.
Mas não foi. Sob o impacto do que considerou a revitalização econômica thatcherista, o New Labour, a partir de 1997, engoliu inteira a ideologia, ou melhor, a teologia, do fundamentalismo do mercado livre global. O Reino Unido desregulamentou seus mercados, vendeu suas indústrias a quem pagou mais, deixou de fabricar produtos para a exportação (ao contrário do que fizeram Alemanha, França e Suíça) e apostou todo seu dinheiro em sua conversão a centro mundial dos serviços financeiros, tornando-se também um paraíso de bilionários lavadores de dinheiro. Assim, o impacto atual da crise mundial sobre a libra e a economia britânica será provavelmente o mais catastrófico de todas as economias ocidentais e o com a recuperação mais difícil também.
É possível afirmar que tudo isso já são águas passadas. Que somos livres para regressar à economia mista e que a velha caixa de ferramentas trabalhista está aí a nossa disposição – inclusive a nacionalização -, de modo que tudo o que precisamos fazer é utilizar de novo essas ferramentas que o New Labour nunca deixou de usar. No entanto, essa idéia sugere que sabemos o que fazer com as ferramentas. Mas não é assim.
Por um lado, não sabemos como superar a crise atual. Não há ninguém, nem os governos, nem os bancos centrais, nem as instituições financeiras mundiais que saiba o que fazer: todos estão como um cego que tenta sair do labirinto tateando as paredes com todo tipo de bastões na esperança de encontrar o caminho da saída.
Por outro lado, subestimamos o persistente grau de dependência dos governos e dos responsáveis pelas políticas às receitas do livre mercado, que tanto prazer lhes proporcionaram durante décadas. Por acaso se livraram do pressuposto básico de que a empresa privada voltada ao lucro é sempre o melhor e mais eficaz meio de fazer as coisas? Ou de que a organização e a contabilidade empresariais deveriam ser os modelos inclusive da função pública, da educação e da pesquisa? Ou de que o crescente abismo entre os bilionários e o resto da população não é tão importante, uma vez que todos os demais – exceto uma minoria de pobres – estejam um pouquinho melhor? Ou de que o que um país necessita, em qualquer caso, é um máximo de crescimento econômico e de competitividade comercial? Não creio que tenham superado tudo isso.
No entanto, uma política progressista requer algo mais que uma ruptura um pouco maior com os pressupostos econômicos e morais dos últimos 30 anos. Requer um regresso à convicção de que o crescimento econômico e a abundância que comporta são um meio, não um fim. Os fins são os efeitos que têm sobre as vidas, as possibilidades vitais e as expectativas das pessoas.
Tomemos o caso de Londres. É evidente que importa a todos nós que a economia de Londres floresça. Mas a prova de fogo da enorme riqueza gerada em algumas partes da capital não é que tenha contribuído com 20 ou 30% do PIB britânico, mas sim como afetou a vida de milhões de pessoas que ali vivem e trabalham. A que tipo de vida têm direito? Podem se permitir a viver ali? Se não podem, não é nenhuma compensação que Londres seja um paraíso dos muito ricos. Podem conseguir empregos remunerados decentemente ou qualquer tipo de emprego? Se não podem, de que serve jactar-se de ter restaurantes de três estrelas Michelin, com alguns chefs convertidos eles mesmos em estrelas. Podem levar seus filhos à escola? A falta de escolas adequadas não é compensada pelo fato de que as universidades de Londres podem montar uma equipe de futebol com seus professores ganhadores de prêmios Nobel.
A prova de uma política progressista não é privada, mas sim pública. Não importa só o aumento do lucro e do consumo dos particulares, mas sim a ampliação das oportunidades e, como diz Amartya Sen, das capacidades de todos por meio da ação coletiva. Mas isso significa – ou deveria significar – iniciativa pública não baseada na busca de lucro, sequer para redistribuir a acumulação privada. Decisões públicas dirigidas a conseguir melhorias sociais coletivas com as quais todos sairiam ganhando. Esta é a base de uma política progressista, não a maximização do crescimento econômico e da riqueza pessoal.
Em nenhum âmbito isso será mais importante do que na luta contra o maior problema com que nos enfrentamos neste século: a crise do meio ambiente. Seja qual for o logotipo ideológico que adotemos, significará um deslocamento de grande alcance, do livre mercado para a ação pública, uma mudança maior do que a proposta pelo governo britânico. E, levando em conta a gravidade da crise econômica, deveria ser um deslocamento rápido. O tempo não está do nosso lado.

Artigo publicado originalmente no jornal The Guardian
Tradução do inglês para o espanhol: S. Segui, integrante dos coletivos Tlaxcala, Rebelión e Cubadebate.
Tradução do espanhol para o português: Katarina Peixoto



http://www2.paulohenriqueamorim.com.br/?p=9197

domingo, 19 de abril de 2009

Alternativa para o povo. Artigo de Mauro Santayana

divulgar o artigo do meu amigo Mauro Santayana no nosso blog e se possível incluir os artigos de Hobsbawn e Stédile.

theotonio


Jornal do Brasil
JB, 12.04.2009, Artigo

Alternativa para o povo
Mauro Santayana

Dois textos divulgados na última sexta-feira merecem reflexão no início deste outono instável. O primeiro reproduz entrevista de João Pedro Stédile à Radiobrás; o segundo é um artigo de Eric Hobsbawm publicado pelo Guardian, da Grã-Bretanha. Hobsbawm volta a uma proposta muito antiga, já discutida nos anos 30, quando a direita e a esquerda se confrontavam no mundo inteiro: a de uma terceira saída. Na Alemanha, a direita facínora estava em ascensão; na União Soviética, o stalinismo se impunha. Nos Estados Unidos, Roosevelt salvava o capitalismo com o New Deal, mas não abandonava a teologia do Destino Manifesto, esse evangelho do imperialismo norte-americano. O escritor afirma que não basta “brecar”, moral e economicamente, o neoliberalismo. O desenvolvimento deve ser um meio, e não um fim em si mesmo. Ele deve garantir a vida e a felicidade de todas as pessoas.

Nos anos 30 havia a crise econômica – muito semelhante à atual. Paul Krugman – também neste fim de semana – registra que, naquele tempo, a recessão não foi tão universal quanto agora, porque a URSS era independente do mercado mundial e, assim, pôde, mediante a força do Estado, manter a crise fora de suas fronteiras. Hobsbawm não fala em remendos: propõe que se estude nova e corajosa forma de colocar a economia realmente a serviço do povo. O pensador inglês, nascido em Alexandria, fala sobre o mundo – e, no mundo, também estamos – enquanto Stédile trata especificamente da situação nacional. É quase certo que as ideias do dirigente do MST serão recebidas com muxoxos pelos sábios da economia e cientistas da política. Ele não se vale de esquemas acadêmicos, mas examina os fatos e as ideias com a experiência de militante. Em sua opinião, o governo deveria promover a imediata estatização dos bancos, abandonar a obsessão pelo superávit fiscal e buscar o pleno emprego. Ele teme que o governo aja da forma tradicional, dando mais dinheiro para os ricos, que sairão ainda mais ricos do processo. Os trabalhadores, como sempre, serão sacrificados, para que os ricos se salvem.

O dirigente do MST acusa o governo de se encontrar na defensiva, dentro do casulo do poder, sem coragem para convocar a sociedade ao debate. Sendo assim, Stédile sugere que as organizações populares promovam a discussão. Ele lembra que, tendo sido concebido antes da crise atual, o PAC deveria ser reformulado, a fim de corresponder às exigências do momento. Duvida que as grandes empreiteiras se interessem pela construção de moradias populares, que deixam pouca margem de lucro. A construção das moradias populares, para ele, deveria ser tarefa dos próprios trabalhadores, mediante pequenas cooperativas habitacionais e o sistema de mutirão.

É certo que uma coisa é a visão da crise do lado de fora do governo, e, outra, do gabinete presidencial. A reação dos comentaristas econômicos à decisão presidencial de determinar ao Banco do Brasil a redução do spread nas operações de empréstimo mostra que governar não é fácil. O Banco do Brasil, desde que se inaugurou, em 1808, tem sido o instrumento natural e necessário do governo a fim de realizar sua política financeira. Como em todas as sociedades anônimas – e o banco é uma sociedade anônima – cabe ao acionista majoritário estabelecer as normas de administração à diretoria executiva. O Banco do Brasil, com o poder de seus ativos, tem sido cobiçado pelo setor privado há anos. Um dos críticos mais ácidos da decisão de Lula é exatamente o senhor Maílson da Nóbrega que, quando ministro da Fazenda, pensava em privatizar a instituição. Se não fosse a resistência dos funcionários do banco – e de seu fundo de pensão – o governo Fernando Henrique o teria privatizado com prazer, provavelmente vendendo-o a alguma instituição estrangeira.

Como Hobsbawm, Stédile propõe uma terceira via, a da “alternativa popular”. A mobilização dos movimentos populares servirá de advertência ao Congresso Nacional, de que deve levar a sério a situação, e unir-se ao Poder Executivo na aprovação de medidas mais duras contra a especulação financeira. Os bancos – é outra observação de Stédile – reforçaram suas disponibilidades com a redução do compulsório e usaram os recursos para especular com títulos do governo – e ganhar ainda mais. Para eles vale a velha observação de que qualquer crise é sempre uma nova oportunidade.

sábado, 18 de abril de 2009

América Latina e Os Desafios da Globalização: Ensaios Dedicados a Ruy Mauro Marini


Acabou de sair do forno esta nova publicação Boitempo/PUC-RJ América Latina e Os Desafios da Globalização: Ensaios Dedicados a Ruy Mauro Marini.

Seguem o índice.




Desglobalização para uma nova economia mundial. Entrevista especial com Walden Bello

mais um para o debate

theotonio


Subject: Entrevista com Wanden Bello, sobre a crise. Pagina da unisinos,. 5 de abril



Desglobalização para uma nova economia mundial. Entrevista especial com Walden Bello


"Talvez nenhuma imagem seja mais evocativa do atual estado da economia global que aquela do U-Boat alemão da Segunda Guerra no Atlântico Norte. Ele descia rápido, e a tripulação não sabia quando ele atingiria o fundo. E, quando ele atingir o fundo do oceano, a tripulação será capaz de fazer o submarino subir novamente bombeando ar comprimido nos tanques danificados, como os marinheiros no clássico de Wolfgang Petersen Das boot? Ou o U-Boat irá simplesmente ficar no fundo do oceano, com sua tripulação condenada a contemplar pior destino que a morte súbita? Os métodos keynesianos reinflarão e farão flutuar novamente a economia global? A verdade é que a atual tripulação capitalista da economia global não sabe e está apavorada", avalia o sociólogo filipino em entrevista, feita por e-mail, à IHU On-Line.

Walden Bello é professor na Universidade das Filipinas, em Manila, membro do Transnational Institute de Amsterdã, presidente da Freedom from Debt Coalition e analista sênior do Focus on the Global South, com sede em Bangkok, Tailândia. Ele é doutor em Sociologia, pela Universidade de Princeton, EUA, tendo lecionado na Universidade da Califórnia e Berkeley.

Confira a entrevista.

IHU On-Line – Qual é a tese central defendida pelo senhor no livro Desglobalização: Ideias para uma Nova Economia Mundial?

Walden Bello – A principal ideia é que a globalização – a integração acelerada da produção e dos mercados – está levando a uma desintegração das economias nacionais, deixando as sociedades com cada vez menos controle sobre seu bem-estar econômico e sobre seu futuro. Com mercadorias e mercados de capitais mais integrados, a habilidade das economias nacionais de se isolarem dos caprichos da economia global é muito menor, de modo que quando há uma quebradeira das economias centrais, outras economias também seguem em espiral descendente, o que é, na verdade, o que está acontecendo agora.

IHU On-Line – O que o senhor entende por "desglobalização”? Chegamos ao fim ou, pelo menos, estamos vivendo uma crise da era da globalização?

Walden Bello – Desglobalização significa fazer o mercado doméstico novamente ser o centro de gravidade da vida econômica, não o mercado global. Isso não significa autarquia ou retração da economia internacional. Significa que produzir para o mercado doméstico, não para o mercado de exportação, mais uma vez se torna a linha de corte e força motriz da economia. Significa aumentar capital para a produção da economia local, por exemplo, por aumento de impostos, em vez de recorrer principalmente a empréstimos nos mercados internacionais de capital. Significa revitalizar a economia interna para que ela seja o sustentáculo da economia, criando poder de compra através da redistribuição de renda e riquezas.

IHU On-Line – Que ideias o senhor sugere para uma possível nova economia mundial? O que deveria fazer parte desta nova economia global? Um Estado com mais controle da economia, por exemplo?

Walden Bello – Ainda que deva haver acordos econômicos internacionais sobre comércio, finanças e ajuda, não devem haver instituições centralizadas de governança econômica global como o Banco Mundial, Organização Mundial do Comércio e o Fundo Monetário Internacional, uma vez que essas instituições centralizadoras com incríveis poderes são inevitavelmente dominadas pelas economias mais poderosas. Comércio regional e cooperação deveriam se tornar a via principal da atividade econômica internacional, com as regiões estabelecendo seus próprios reguladores financeiros e desenvolvendo órgãos financeiros como o Banco do Sul, na América Latina. O livre comércio deveria ser suplantado pelo comércio de gestão – ou seja, comércio que é condicionado por prioridades econômicas nacionais como desenvolvimento sustentável ou industrialização sustentável.

IHU On-Line – Como podemos entender a eclosão da atual crise financeira internacional, pela primeira vez, desde a “era de ouro” da globalização? O que isso significa e quais são as consequências?

Walden Bello – A era atual é conhecida como a segunda era da globalização, e começou no início dos anos 1980 e se estende até hoje. O impulso das políticas nacionais durante essa era foi deixar o mercado tomar o papel principal na alocação do uso de recursos e na distribuição de riqueza, e minimizar a intervenção do governo e acabar com as restrições sobre o fluxo de comércio e capital. Liberalização e desregulamentação se seguiram como uma doutrina, levando ao fracasso massivo de mercados que estamos experimentando hoje. É importante notar que enquanto a falta de regulação na esfera financeira é a causa imediata da crise, é a superprodução no nível da economia real a derradeira causa. Quero dizer que as políticas de desregulamentação financeira, a re-estruturação neoliberal e a globalização foram esforços para a superação da crise de super-acumulação, superprodução e o excesso de capacidade que importunou o capitalismo global desde o início dos anos 70, quando a “era de ouro” do capitalismo keynesiano e interventor do estado chegou ao fim.

IHU On-Line – Quais as consequências mais graves da crise financeira internacional? Algo pior ainda está por vir ou o pior já passou?

Walden Bello – Bem, a crise financeira já se espalhou para a economia real muito, muito rapidamente, e a economia internacional está se contraindo muito rápido, e os motivos vão da recusa dos bancos de emprestar dinheiro para manter as indústrias funcionando à perda de poder aquisitivo, devido à falência do consumidor norte-americano, cujos gastos sustentaram a economia internacional ao longo dos últimos anos. O pior está por vir. Espero uma depressão, com altos níveis de desemprego no Norte, possivelmente atingindo 15% da força de trabalho. No Sul, as condições de subdesenvolvimento, incluindo altos níveis de desemprego, devem ser exacerbadas. No entanto, sob alguns aspectos, a crise no Sul deve ser menos severa que no Norte. Por exemplo, trabalhadores demitidos podem voltar à zona rural e às fazendas – uma opção não possível no Norte, onde a agricultura se tornou altamente monopolizada e de capital intensivo.

IHU On-Line – Quais são os riscos da queda mundial do Produto Interno Bruto (PIB)?
Walden Bello – Bem, o FMI já estima que o PIB internacional cairá este ano em 2,5%, a primeira vez no pós-Segunda Guerra que o PIB global se contrai. Penso que, como em várias outras coisas, o FMI está subestimando o colapso do PIB global nos próximos anos.

IHU On-Line – Em que medida a atual crise tem afetado a integração dos mercados internacionais?

Walden Bello – Bem, eu antecipei que o processo de globalização ou integração da produção e dos mercados se inverterá como colapso de mercados e as autoridades irão se voltar mais e mais para o foco na produção nacional para o mercado local. As cadeias de fornecimento global, que se tornaram marca das operações das corporações transnacionais, serão desmanteladas.

IHU On-Line – Qual deveria ser o papel do G20, no sentido de realizar uma coordenação global diante da crise?

Walden Bello – O G20 é um organismo informal dos países poderosos com pouca legitimidade. Sem legitimidade, suas prescrições ecoarão no vazio. O único órgão com legitimidade dada pelos 192 países do mundo é a ONU, e as agências da ONU devem tomar o papel principal na formulação de uma resposta à crise. A Comissão da Reforma Monetária e Financeira indicada pelo presidente da assembléia geral e encabeçada pelo ganhador do Nobel Joseph Stiglitz já escreveu seu relatório preliminar. Esse relatório pode ser a base de uma Sessão Especial da ONU que irá unir todos os países frente à crise. Inclusão é o necessário neste estágio, mas ainda assim o G20 tenta muito ser um clube exclusivo.

IHU On-Line – Quais são os países mais afetados pela crise com relação à exportação? Como o senhor imagina que o Brasil e a América Latina podem se beneficiar agora, considerando seus recursos naturais?

Walden Bello – A Ásia oriental, por ter levado mais a sério a estratégia de crescimento liderado pela exportação, irá sofrer muito, mais do que possam sofrer outras regiões. O Brasil e outros países na América Latina têm enormes mercados internos, mas esse mercado interno deve mudar de potencial para real via redistribuição de propriedade e renda para colocar poder aquisitivo nas mãos da população.

IHU On-Line – Como o senhor avalia as decisões de política econômica que os governos do mundo todo têm tomado? É o momento de retrair?

Walden Bello – As grandes potências econômicas, ou G20, estão fazendo um grande show dessas reuniões para se familiarizarem com a crise econômica global. E é isso que aocntece com a reunião em Londres no dia 2 de abril (1). É tudo show, e o que o show mascara é uma profunda preocupação e medo entre as elites globais de que elas realmente não saibam para onde vai a economia mundial e o que será necessário para estabilizá-la. Com as últimas estatísticas excedendo as avaliações mais pessimistas, com os principais analistas começando a mencionar a temida palavra com “D” (depressão), com a disseminação do sentimento de que trilhões de dólares alocados para o estímulo ao gasto sejam simplesmente varridos por uma tempestade que está recém criando velocidade, o G20 está simplesmente indo com a maré.

Talvez nenhuma imagem seja mais evocativa do atual estado da economia global que aquela do U-Boat alemão da Segunda Guerra no Atlântico Norte . Ele descia rápido, e a tripulação não sabia quando ele atingiria o fundo. E quando ele atingir o fundo do oceano, a tripulação será capaz de fazer o submarino subir novamente bombeando ar comprimido nos tanques danificados, como os marinheiros no clássico de Wolfgang Petersen Das boot? (2) Ou o U-Boat irá simplesmente ficar no fundo do oceano, com sua tripulação condenada a contemplar pior destino que a morte súbita? Os métodos keynesianos reinflarão e farão flutuar novamente a economia global? A verdade é que a atual tripulação capitalista da economia global não sabe e está apavorada.
A reunião do G20 tem sido exibida como uma nova “Bretton Woods”, se referindo à conferência de julho de 1944 que designou a ordem multilateral do pós-guerra dos estados capitalistas estatizados. Mas, como diz Marx, a história se repete primeiro como tragédia, depois como farsa.

IHU On-Line – Considerando a crise nos fluxos de investimento, quais os rumos que a globalização vai tomar? O senhor acredita que os próximos anos serão "anos de desglobalização"?

Walden Bello – Sim, os próximos anos verão um reverso da globalização enquanto os países se dão conta de que retomar a integridade das economias nacionais é a melhor maneira de assegurar o bem-estar nacional.

Nota:
1.- A entrevista foi feita antes da reunião do G20, em Londres, no dia 02-04-2009.
2.- O barco – Inferno no mar, filme de 1981

quinta-feira, 16 de abril de 2009

Assinatura de convênio entre a REGGEN e universidade mexicana

Como parte do giro pelo globo de Theotonio dos Santos nos meses de fevereiro e março, na passagem pelo México houve a assinatura de convênio entre a REGGEN e a universidade mexicana de BUAP.

A REGGEN (rede e cátedra da UNU e UNESCO em Economia Global e Desenvolvimento Sustentável) cuja presidência é do professor Theotonio dos Santos firmou convênio com a universidade mexicana BUAP (Benemérita Universidade Autônoma de Puebla).

Além de desenvolvimento de atividades de pesquisa e ensino em conjunto, também haverá a constituição de uma sede mexicana da REGGEN.

O convênio foi assinado entre o professor Dos Santos e o reitor da BUAP.


veja o documento de convênio clicando aqui

quarta-feira, 15 de abril de 2009

Em defesa da humanidade: Nova conspiração contra o processo boliviano

difundir
theotonio


---------- Mensagem encaminhada ----------
From: En Defensa de la Humanidad
To: undisclosed-recipients:;
Date: Tue, 14 Apr 2009 13:43:05 +0000 (UTC)
Subject: Pronunciamiento de la Red de Redes En Defensa de la Humanidad, por el proceso boliviano.

Nueva conspiracion contra proceso boliviano


La huelga de hambre del presidente boliviano Evo Morales y dirigentes de los movimientos sociales es una respuesta a una nueva accion de la derecha boliviana por bloquear el proceso de cambio que ha emprendido Bolivia desde hace cerca de 9 anos, cuando las clases subalternas decidieron tomar en sus manos su propio destino, y desde enero de 2006, cuando luego de una historica victoria electoral, con mas el 54 por ciento de votacion, un indigena se coloca al mando del Estado.

Los objetivos de (la oposicion) son entorpecer la aprobacion de esta normativa electoral son claros: impedir elecciones generales en las que la derecha esta condenada a una nueva derrota, y detener la aplicacion de la nueva Constitucion Politica del Estado, particularmente en lo referido al regimen autonomico que tanto la derecha decia reivindicar, con lo que se pone obstaculos para la edificacion del nuevo Estado Plurinacional.

La Red de Intelectuales y Artistas En Defensa de la Humanidad, comprometida con los procesos democraticos de nuestra America, expresa su total y pleno respaldo a la lucha del pueblo y el gobierno bolivianos por hacer cumplir la Constitucion. Ante la inedita medida a la que se ha visto obligado el presidente Evo Morales, ante su insistencia por no hacer uso de la fuerza publica sino de la fuerza moral del pueblo, saludamos su lucha.

Llamamos al Congreso a asumir su responsabilidad y a actuar a la altura que le demanda la historia aprobando el Codigo Electoral Transitorio en lo inmediato, sin regatear el derecho de las circunscripciones indigenas.

Para leer este pronunciamiento entre al sitio http://www.defensahumanidad.cult.cu/ para suscribirse envie un correo,con su NOMBRE, PROFESION Y PAIS, a la siguiente direccion electronica: defrenteconbolivia@gmail.com

Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad

Entrevista ao jornal La Jornada de Oriente

Entrevista que Theotonio dos Santos concedeu ao um jornal da cidade de Puebla, México, La Jornada de Oriente, à jornalista Tania Damián Jiménez, publicada no dia 17de março de 2009.

***

Martes, 17 de marzo de 2009 La Jornada de Oriente - Puebla - Ecología

El libre mercado solamente aumenta la desigualdad social, explicó Dos Santos

TANIA DAMIÁN JIMÉNEZ

El libre mercado sólo aumenta la desigualdad social debido a que las pequeñas empresas no pueden competir con los monopolios, explicó el investigador brasileño Theotonio Dos Santos, quien formuló la teoría de la dependencia en América Latina.

Sin embargo, la mayoría de los países aplica el modelo económico que se basa en el libre mercado –que implica que las empresas se autorregulan solas–, pese a que “ya se demostró que existen más daños sociales que beneficios”, dijo.

Agregó que el neoliberalismo beneficia a un sector financiero parasitario que se basa en una economía virtual y no tiene sustento productivo. En este sentido, criticó que los gobiernos estadounidense, europeos y japonés transfieran millones de dólares a los bancos, pese a que fueron estas instituciones las que por su “ineficiencia y avaricia” provocaron la crisis económica.

Dijo que lo anterior demuestra que las empresas privadas también son ineficientes, y “no como dicen los tecnócratas, que la compañía privada es igual a eficiencia y la empresa pública significa ineficiencia”.

Indicó que “los neoliberales hablan de metafísica, de un mercado perfecto que no existe en la realidad; dicen que mágicamente ajustará los desequilibrios de la sociedad”.

“Ya superamos la metafísica en el siglo XIX, pero el neoliberalismo la retoma, por lo que es un retraso teórico al volver al pasado”, dijo.

El también coordinador de la Cátedra y Red Unesco sobre Economía Global y Desarrollo Sostenible expuso que cuando se sobrevalora al capital económico se beneficia a los actores que más cuentan con éste y se margina a quienes carecen de él.

Insistió en que la aplicación del neoliberalismo es un retroceso porque “se le olvida reconocer que la humanidad requiere de instituciones y reglas que regulen la buena convivencia; de lo contrario la ley del más fuerte se impone, como sucede ahora”.


La empresa pública no es ineficiente

Theotonio Dos Santos aseguró que es una falacia decir que las empresas paraestatales implican pérdidas, “esa es ideología; no existen estudios serios que lo demuestren; es cierto que ha existido burocracia, pero también hay burocracia en el sector privado”.

“El valor que más debemos promover, como seres humanos, es la solidaridad; hay empresas públicas muy exitosas que no porque no tengan un dueño fracasan, sino crecen”.

En cambio, el problema de las empresas privadas es que son monopolios familiares y, al contrario de lo que dicen los neoliberales, también son burocráticas y además implican la concentración de la riqueza; “por lo menos en las instituciones públicas se critica el nepotismo; a las empresas privadas no se les puede decir nada”.

El investigador brasileño insistió en que los diferentes gobiernos no deberían rescatar a las instituciones financieras privadas, ya que si las mismas provocaron sus quiebras deben asumir las consecuencias y no ser solventadas por la ciudadanía.

“El neoliberalismo está sustentado en el Estado; es éste el que sostiene a las grandes empresas privadas, el que las rescata cuando están en quiebra por su mala dirección y ambición, las sanea y las regresa a los empresarios”, explicó.

Indicó “el capital siempre busca lo que le puede sacar al Estado, mientras el Estado los respalda, mantiene a los ladrones, a los irresponsables, a los mismos que hicieron los fraudes y provocaron la crisis económica”. El economista concluyó que los gobiernos están al servicio de las corporaciones privadas; sin embargo, el cambio debe venir a través de los movimientos sociales.

terça-feira, 14 de abril de 2009

Três livros sobre o Marxismo

parece interessante. deve-se divulgar.
theotonio


Três livros do interesse de todos.

O primeiro é de apenas 132 páginas e dá para ler de uma sentada. O segundo é sobre a visão dos japoneses sobre Marx. O terceiro é uma análise das Grundrisses.

Peter Worsley - Marx and Marxism - Routledge.pdf

0415305306 - Hiroshi Uchida - Marx for the 21st Century - Routledge.pdf

0415437490.pdf

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