Moniz Bandeira realiza de forma sintética uma análise profunda da
estratégia de golpismo "legal" que a inteligência dos Estados Unidos
vem promovendo sistematicamente na região latino americana e em todo
o planeta, sobretudo no Oriente Médio. Por razões de saude não vou
participar da reunião convocada pela Academia de Ciencias Sociais da
China e o Comité Central do Partido Comunista da China sobre as
"revoluções coloridas" para a qual fui convidado para a próxima
semana mas vejo com satisfação que as forças anti imperialistas no
mundo vêm se interessando por uma estratégia sofisticada que dispõe
já de propostas bem elaboradas publicadas nos livros citados por
Moniz Bandeira que publicará no próximo ano um excelente livro sobre
o tema. Sugiro aos meus leitores que não deixem de acompanhar esta
pista tão bem sublinhada nesta entrevista.
En el Brasil de hoy el Congreso y el Poder Judicial tratan de usurpar los poderes del Ejecutivo
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Nº739
05-10-2015
12-10-2015 Uruguay
El cientista político e historiador brasileño
Luiz Alberto Moniz Bandeira, analiza en este diálogo la compleja
realidad política e institucional que vive Brasil por estos días.
– Profesor, ¿usted cree que Brasil se
encuentra en una encrucijada similar a la de 1964? ¿Es probable que
el país vuelva a ser exclusivo, sólo para una minoría?
– La situación actual de Brasil es muy diferente
a la de 1964. Ya no existe la supuesta amenaza comunista ni las
Fuerzas Armadas brasileñas están dispuestas a dar ningún golpe de
Estado. Tampoco quieren que se viole la Constitución, aunque, bajo
el artificio de un impeachment, sin ninguna base legal, sólo
porque la oposición se siente insatisfecha con la derrota en las
urnas, no quiere al gobierno del candidato electo. La coyuntura
mundial cambió. Lo que ocurre actualmente es una crisis económica,
que surge no sólo de factores internos, sino también de
perturbaciones externas de la economía mundial, como la caída de
los precios de las materias primas, incluyendo al petróleo. Y la
crisis económica que atraviesa Brasil, fue y es agravada, en gran
medida, por la lucha de clases, por aquellos que no aceptan – por
ejemplo – los programas sociales como el “Bolsa Familia” y por
otros intereses políticos nacionales, conjugados y estimulados por
intereses económicos y políticos extranjeros. Y, por mencionar un
ejemplo, Brasil pertenece al grupo llamado BRICS, que creó el Banco
de Desarrollo recientemente instalado en Shangai, como una
alternativa ante el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Este grupo de países, encabezados por Rusia y China, busca liberarse
del dominio del dólar, como moneda fiduciaria, moneda de reserva
internacional, a través de la cual, protegida por la OTAN que
subordina a la Unión Europea, sólo los Estados Unidos producen, sin
respaldo, y a través de la cual mantienen la hegemonía mundial.
Evidentemente existen otros intereses para desestabilizar a Brasil.
– En la historia brasileña, ¿hubo algún otro
período de movilidad social intensa como la vivida desde 2003 hasta
ahora? ¿Fue, por ejemplo el caso del gobierno Vargas o del gobierno
Goulart? ¿Cuáles son las similitudes y cuáles las diferencias?
– Cada época, la de Getúlio Vargas y la de João
Goulart, como la actual, tienen profundas diferencias, dado que el
desarrollo de las fuerzas productivas en Brasil y en el mundo fue
intenso, desde la década de 1950. De la misma forma que no se entra
en el mismo río dos veces, no se vive dos veces el mismo tiempo
histórico y, por consiguiente, el mismo sistema capitalista, porque
las aguas corrieron y el sistema económico, aunque subsista, no es
completamente igual, ni nacional ni internacionalmente, al que fue en
el pasado. Está en permanente mutación, como nuestros propios
cuerpos. Esto no significa que las similitudes desaparezcan. La
historia es una, continua y las similitudes, en una esfera superior
de la espiral, pueden repetirse con características y condiciones
distintas. Getúlio Vargas reconoció los derechos laborales e
instauró el régimen de libertad social en Brasil. En la carta
testamento que dejó al suicidarse, el 24 de agosto de 1954,
escribió: “La campaña subterránea de los grupos internacionales
se alió a la de los grupos nacionales enojados contra el régimen de
garantía del trabajo”. Esto se repitió y se repite. El presidente
João Goulart continuó el mismo trabajo de Vargas y no sólo
defendió los intereses nacionales, sino que extendió la legislación
laboral al campo. Hubo, por lo tanto, movilidad social, como en la
época de Vargas, desde la Revolución de 1930. Y la campaña
subterránea de los intereses extranjeros se alió y fomentó la de
los intereses nacionales. Las diferencias, sin embargo, son
igualmente variadas. La supuesta amenaza comunista no existe más
como elemento de manipulación de la opinión pública y de las
Fuerzas Armadas; las dictaduras militares impuestas en América
Latina constituyeron un fiasco; y los Estados Unidos ya no
representan más una gran estrella como en la década de 1950, cuando
la legitimidad de un gobierno pasaba por el buen relacionamiento con
Washington. Los Estados Unidos están en franca decadencia, como
reconoció el politólogo Francis Fukuyama en su obra Political
Order and Political Decay.
-¿Cómo definir las nuevas formas que adoptan,
en diferentes partes del mundo, los ataques a los Estados? ¿Podría
ser Brasil víctima de algún experimento de ataque al Estado;
llevado a cabo, claro, mediante el uso del Congreso y la justicia?
– La nueva técnica de ataque, de golpe de Estado,
fue delineada por el profesor Gene Sharp. La estrategia fue plasmada
en el libro del profesor Gene Sharp titulado From Dictatorship to
Democracy. A Conceptual Framework for Liberation,
traducido a decenas de idiomas para el entrenamiento de
activistas/agitadores. Esta estrategia es llevada a la práctica
mediante, en principio, una lucha no violenta, más compleja y por
diversos medios, como la guerra psicológica, social, económica y
política. Dichos medios son, por ejemplo, demostraciones de
protesta, huelgas, no cooperación, deslealtad, boicots, marchas,
caravanas de automóviles, procesiones, etc., porque los gobiernos
solamente pueden subsistir si cuentan con la cooperación, sumisión
y obediencia de la población y de las instituciones de la sociedad.
Ella guió, en gran medida, la política de regime change del
presidente George W. Bush, de acuerdo con el Project for the New
American Century (PNAC). Consiste en fomentar el Political defiance,
es decir, el desafío político, término usado por el coronel Robert
Helvey, especialista de la Joint Military Attache School (JMAS),
operado por la Defence Intelligence Agency (DIA), para describir cómo
derrocar un gobierno y conquistar el control de las instituciones,
mediante la planificación de las operaciones y movilización popular
en el ataque a las fuentes de poder en los países hostiles a los
intereses y valores de Occidente.
Y la estrategia del profesor Gene Sharp establece lo
que el coronel David Galula había definido como “cold war
revolutionary”, es decir, actividades de insurgencia que se
mantenían, en su mayor parte, dentro de la legalidad, sin recurrir a
la violencia. De esta manera, a través de ONGs financiadas por los
Estados Unidos, las “revoluciones de colores” derrocaron a los
gobiernos de países miembros de la Comunidad de los Estados
Independientes (CEI) organización supranacional fundada en 1991 por
iniciativa del presidente Boris Yeltsin, integrando en el espacio
económico de Rusia a repúblicas de la extinta Unión Soviética:
Armenia, Azerbaiyán, Bielorusia, Kazajstán, Kirguistán, Moldavia,
Rusia, Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania y Uzbekistán). La misma
estrategia fue adoptada, también, por el presidente Barack Obama
para promover la tan floreciente “Primavera Árabe”, que ya dejó
como resultado, según la ONU, más de 160 mil millones de
refugiados. La “freedom agenda”, del presidente George W. Bush y
adoptada por el presidente Barack Obama, constituye lo que el
Directorate of Army Doctrine (DAD), del Departamento de Defensa de
Canadá, define como subversión, es decir, la tentativa de socavar
la estabilidad y la fuerza económica, política y militar de un
Estado sin recurrir al uso de la fuerza, por medio de la
insurrección, pero con demostraciones, para provocar medidas
violentas, para que puedan ser denunciadas como “excesiva reacción
de las autoridades y así desacreditar al gobierno”.
La propaganda – agregó el documento del DAD –
era “el elemento clave de la subversión” e incluye la
publicación de informaciones nocivas para las fuerzas de seguridad,
así como la difusión de rumores falsos o verdaderos destinados a
socavar la credibilidad y la confianza en el gobierno. Y de ahí que
los Estados Unidos tratan de crear el caos para derrocar un régimen.
Hoy en Brasil no cuentan, sin embargo, con las Fuerzas Armadas. La
estrategia del profesor Gene Sharp, aplicada en los países de
Eurasia y del Medio Oriente por medio de las llamadas “revoluciones
de colores” y “Primavera Árabe”, la demuestro en forma
documentada en mi libro “La Segunda Guerra Fría”, que sale este
año también en Argentina y en Alemania.
-¿Cuáles son las posibilidades reales de que
prospere un “golpe blando” en este país y cuáles serían las
consecuencias para América del Sur?
– No creo que el impeachment contra la presidente
Dilma Roussef prospere. No existe ninguna acusación personal contra
ella. Es una persona extremadamente honesta y correcta. Y no se puede
decir que la crisis económica, que de hecho existe, sea alarmante en
un país que el 18 de septiembre de 2015 contaba con reservas del
orden de los U$S 370.570 millones, es decir, más de U$S 370 mil
millones. Sin embargo, todo es posible, en un país cuyos partidos ya
no existen, se convirtieron en meros rótulos, donde grupos de
intereses particulares y el orden jurídico desapareció, con el juez
de Paraná arrogándose el supremo derecho de investigar, más allá
de su jurisdicción y ordenar, sin culpa comprobada, sólo basado en
denuncias privilegiadas de grandes empresarios, a desacreditar a las
empresas, empresas estatales y a empresas privadas, responsables, en
gran medida, por las exportaciones de bienes y servicios de Brasil.
Se trata de un método nazifascista, de terrorismo de Estado, de las
épocas de Hitler y de los procesos de Moscú, bajo la tiranía de
Stalin. La crisis, por lo tanto, no es sólo política, es
institucional, dado que tanto el Congreso como el Poder Judicial
tratan de usurpar los poderes del Ejecutivo. Es la crisis del régimen
republicano, del presidencialismo, que de una manera u otra se da en
los Estados Unidos y en los demás países donde fue implantado. Pero
si el golpe blando tuviera éxito en Brasil, las consecuencias para
América Latina serían las peores. Como declaró el presidente
Richard Nixon en 1971: “hacia donde vaya Brasil irá América
Latina”.
Por Luiz Alberto Moniz Bandeira
Escritor cientista político, historiador Brasileño
Traducido para LA ONDA digital por
Cristina Iriarte
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