por Theotonio dos Santos
La disolución del bloque monolítico que representó el pensamiento único en las décadas de los 80s y los 90s del siglo pasado está llegando a su punto crítico. Sin embargo, el cadáver se encuentra insepulto. No está claro aún quienes serán los encargados de enterrarlo. La tarea es mucho más compleja de lo que pueda parecer a la primera vista. Tratase de un fenómeno muy complejo que tiene demasiados lados entrecruzados.
En primer lugar, el triunfo del neoliberalismo en la doctrina económica fue el resultado de la larga onda de descenso económico iniciada en 1966-7, cuando los Estados Unidos buscó mantener su crecimiento económico a través de una nueva ola de gastos militares que se canalizaran hacia la guerra del Vietnam.
Esto ocurrió en un momento en que los gastos públicos saltaban hacia un nuevo nivel, como consecuencia del auge de los gastos con el llamado Estado de Bienestar, en consecuencia de la campaña de Lyndon Johnson por la Gran Sociedad, que pretendía eliminar la pobreza en los Estados Unidos.
La tensión generada por los nuevos gastos de guerra se chocó con la movilización de contenido social y su ideario. Mientras tanto el aumento de los gastos públicos continuó presionando los Estados Unidos hacia el aumento de las importaciones, al mismo tiempo que crecían cada vez más los gastos en el exterior. El déficit del balance de pagos se hizo más serio con la llegada del déficit comercial en 1969 para quedar definitivamente en la nueva fase de la vida del imperio norteamericano. Desde esta época hasta nuestros días este desequilibrio básico de las cuentas externas de Estados Unidos continuó a crecer preparando una nueva era de desequilibrios en la economía mundial.
Es importante comprender que, en aquél momento, se agotaban mecanismos fundamentales del crecimiento económico que se desenvolvieron durante los años del ascenso económico iniciado después de la Segunda Guerra Mundial. Estos mecanismos estuvieron asociados al triunfo de las ideas de Keynes en la ciencia económica que sirvieron de base teórica para una nueva fase del pensamiento liberal, que se liberaba de la noción de equilibrio general como centro de la mecánica económica y rompía con algunos principios fundamentales del liberalismo como el padrón oro y el equilibrio fiscal.
Asimismo, el auge de las luchas sociales en la posguerra, después de años de graves confrontaciones, iniciadas en 1917 con la Revolución Rusa, no dejaba espacio para el libre mercado que, según Keynes, no permitía el pleno empleo que se convertía en el objetivo fundamental de las políticas económicas. La caída del crecimiento económico en el nuevo período de la economía mundial permitió la vuelta del desempleo. Al mismo tiempo, el aumento de la deuda pública exacerbado por la aventura militar ejercía fuertes presiones inflacionarias. La combinación de inflación y caída del crecimiento dio origen al fenómeno de la “stagflación” que desafió la ortodoxia económica de base keynesiana.
Este fue el momento adecuado para la entrada en escena del pensamiento que en América Latina llamamos de neoliberal y que corresponde de hecho a una visión neoconservadora como lo ven los norteamericanos y europeos. La implantación del neoliberalismo empieza por la entrega de la política económica del gobierno fascista del general Augusto Pinochet a los llamados “Chicago boys”.
Era en la Universidad de Chicago donde se había recogido el desmoralizado grupo de pensadores ultraliberales, que se reunían desde 1945 en los encuentros anuales de Mont Pellerin. Entre ellos ganara destaque el monetarista radical Milton Friedman, que proponía una política antiinflacionaria de base monetarista, que siempre contó con buena disposición del Fondo Monetario Internacional.
No debe causar espanto este vínculo del ultra liberalismo con el fascismo. Todos los jefes fascistas importantes se consolidaron en el poder a través de políticas de estabilización monetaria, seguidas de períodos significativos de crecimiento económico moderado o simple estagnación de la renta nacional.
Un ejemplo significativo de esta ligazón entre el ultraliberalismo y el fascismo se encuentra en el artículo de Gustavo Franco al presentar el libro del ministro de las finanzas de Hitler, Hjalmar Schacht, Setenta y Seis Años de mi vida, editado en portugués por editora 34. Bajo el subtítulo de “la autobiografía del mago de la economía alemana de la República de Weimar al III Reich” encontramos una presentación general del libro hecha por el representante de Brasil en el Consejo del Fondo Monetario Internacional, Alexandre Kafta; una presentación política por Bolivar Lamounier y finalmente la presentación económica por aquél que se considera el verdadero autor del plan real y que fue el presidente del Banco Central en buena parte del gobierno Fernando Henrique Cardoso.
Aprendemos con el “teórico” del plan real que “las ideas de Schacht eran buenas, pero estaban al delante de su tiempo”. Y sabemos también que su libro es “una sucesión de clases ministradas por un maestro en un teatro que cubre los principales eventos del siglo XX.” Como se ve, el plan real de Brasil también tiene sus deudas con el pensamiento económico para-fascista.
No es pues absurda la constatación de Joseph E. Stiglitz en lo referente al Fondo Monetario Internacional. En su libro Globalization and its Discontents, él afirma:
“ La extensión de las condiciones significa que los países que aceptan las ayudas del Fondo tienen que ceder una gran parte de su soberanía económica. Algunas de las objeciones a los programas del FMI son basadas en esto y el consecuente daño a la democracia: en otros casos se basan en el hecho de que las condiciones exigidas no logran (o no buscan) restaurar la salud económica.”
Esta relación entre el pensamiento único, el ultra neoliberalismo y el totalitarismo no son algo nuevo, como vimos, pero ha sido puesto en segundo plano en los últimos años. Pero no debemos olvidar la relación estrecha entre el gobierno de Nixon y el golpe de estado en Chile, en 1973, lo mismo podemos afirmar del período Reagan o de las relaciones tan estrechas entre la señora Thatcher y Pinochet. En realidad fueron los gobiernos de Reagan, Tatcher y Kohl que asumieron oficialmente la perspectiva neoliberal en toda su extensión. Ellos se realizaron en el período más difícil de la crisis de largo plazo, iniciada en 1967, endurecida en 1973-75, retornada en 1978-81, combatida en nombre del neoliberalismo entre 1983 y 1987, con algunos resultados generales luego comprometidos en la crisis de octubre de 1987 que inicia la decadencia del pensamiento único en los Estados Unidos, con el gobierno Clinton, luego llegando en parte a Europa con la “onda rosa” de las victoria social demócratas y socialistas, pero siempre muy fuerte en América Latina y en las zonas excoloniales.
Si vinculamos el ascenso del pensamiento único al fascismo y otras formas de autoritarismo, como la tecnocracia internacional y los gobiernos conservadores, podemos también vincularlo a una tendencia del pensamiento filosófico hacia un formalismo que tendió a ser hegemónico en las décadas de los 80s y 90s. El estructuralismo filosófico abrió camino hacia este desprecio de la historia que se consolidó en la fuerza de las propuestas post-modernas.
Fue típico de esta fase el intento de valorizar los períodos históricos pre-revolucionarios y de descalificar los períodos revolucionarios. Es así como se desarrolla una interpretación extremamente conservadora de la revolución francesa en la conmemoración de sus 200 años; se busca desmoralizar totalmente la revolución rusa; y, finalmente, el gobierno Salinas en México busca descalificar la revolución mexicana y valorizar el período del dictador Porfirio Días.
En el plano de la teoría del conocimiento se debe resaltar también la hegemonía de las tendencias neokantianas en las Ciencias Sociales que habían ganado ya mucha fuerza en los años 50s. Entre sus exponentes principales está Karl Popper que frecuentó las reuniones de Mont Pellerin desde el comienzo. Con el fortalecimiento del estructuralismo estas tendencias se hicieron definitivamente dominantes tendiendo a presentarse como la única forma de conocimiento científico.
De este análisis muy general se puede sacar la conclusión que el fenómeno del pensamiento único estuvo ubicado en el contexto de un proceso múltiplo y complexo. En el plan económico él responde a las dificultades sociales generadas por un largo período de recesiones o quedas del crecimiento, con el aumento de las tasas de desempleo y el debilitamiento de las condiciones de lucha de los trabajadores en general.
Asimismo en el plano económico hay un requiebre de las actividades de planeamiento y una hegemonía creciente del sector financiero que pasa a fortalecerse frente a las dificultades de inversiones directas con altas tasas de ganancia.
Las cuentas públicas se ven afectadas por el crecimiento del déficit fiscal, agravado dramáticamente por el aumento de las tasas de intereses que se convierten en un de los principales rubros de los gastos públicos. Con la recesión aumenta también la población desempleada, cae la fuerza de los sindicatos y aumentan los gastos del estado con la asistencia a los trabajadores desempleados y otros gastos sociales.
Todos estos fenómenos fortalecen las fuerzas conservadoras y en algunos casos hasta las tendencias reaccionarias que pretenden empujar la historia para tras. Es una condición para el pleno desarrollo de estas tendencias el abandono de la historia como una referencia evolutiva de la humanidad. Como no hay acumulación en la coyuntura de la economía, estimase también que no hay acumulación en todas las dimensiones de la historia.
Cuando se recoge a la historia es para asumir su fin, como lo hizo con extremo éxito Fukuyama en 1980, con su célebre artículo, luego convertido en libro con un enorme aparato publicitario.
Como se ve, en el plano político, la aventura neoliberal tuvo también su refuerza en la retomada del poder por los partidos conservadores y su proyección sobre la agenda política de los años 80s y 90s.
Restó por analizar el vínculo estrecho de estos cambios generales con el manejo de los aparatos ideológicos. Las ideologías se vaciaran hacia los medios de comunicación y transformaron estas ideas en fuerzas materiales indiscutibles. Esto ayudó a producir un terror ideológico muy evidente que impide hasta nuestros días la superación de estas concepciones arcaicas en la vida contemporánea.
Estamos por lo tanto en el comienzo de un amplio desmoronamiento de este basto complejo que representa la hegemonía del neoliberalismo y necesitamos armar urgentemente una respuesta articulada a este gran embuste. Sea en el plano filosófico, como económico y político. Solo así podremos iluminar la encrucijada en que nos encontramos.
La tendencia actual a la recuperación del crescimiento económico internacional debrá poseguir a pesar de que la crisis financiera y el desempleo estructural limiten seriamente su amplitud y alcance.
Em realidad, a pesar de las sucesivas crisis financieras, los países del llamado Tercer Mundo ( entre los cuales se incluye China, a pesar de su crecimiento econômico espetacular) han obtenido um gran excedente financiero a partir de los auges de precios de las commodities desde 2002 a 2007. El aumento de La demanda China em el mercado mundial fue responsable em gran parte por esta alza de precios, pero existen otros factores imortantes que no cabe destacar aqui. Em los últimos 7 años el crecimiento de los países Del Tercer Mundo supera em mucho el de los papíses centrales del sistema econômico mundial. Em consecuencia, los países del llamado Tercer Mundo son hoy los únicos (com La excepción del Japón entre los desarrollados) a poseer reservas externas significativas. Los paíss centrales tienden antes al endeudamiento, sobretodo los Estados Unidos.
Como se explica esta desigualdad o desequilibrio? Los países desarrollados, con estructuras e infraestructuras montadas hace muchos años, encuentran limitaciones para sus inversiones. Sus tasas de ganancias y de interés son muy bajas y, a pesar de presentar enormes masas de inversión, no atraen las grandes reservas del capital que abandonaron el mercado financiero, en quiebra desde 1989 (de hecho, desde 1987). La estructura del sistema financiero mundial solo se há mantenido, a pesar de su volatilidad espectacular, gracias a la intervención de los bancos centrales de los países desarrollados y la consecuente recuperación del mercado accionario, sobre todo norteamericano, que se recuperó rapidamente de la crisis asiática entrando sin embargo em la rueda de volatilidad e inseguridad que caracteriza el sistema financiero mundial cada vez más especulativo.
Es fácil entender cómo países que se mantuvieron con altas tasas de crecimiento con inversiones en infraestructura, en desarrollo industrial y agroindustrial, en turismo y otros servicios - como China Popular, los Tigres Asiáticos y los nuevos tigres, pudieron absorber enormes masas de inversión directa a bajo precio y sin mayores exigencias. A pesar de que su programa de inversiones esté basado sobre todo en sus ahorros internos, básicamente estatales, estos países atrajeron masas de capital internacional realmente espectaculares para la inversión directa. Alguns de ellos (como Malasia, Corea del Sur y Chile) establecieron incluso severos límites a la entrada de “hot money”y al capital especulativo en general. Asimismo, Corea del Sur se vió frente a una crisis de pagamento en 1998 porque abandonó las limitaciones a la entrade de capitales de curto plazo.
Cualquiera que lea con atención el libro de Giovanni Arrighi, El Largo Siglo XX, verá en estos hechos un ejemplo de su tesis (inspiradas en Fernand Braudel) de que los nuevos ciclos sistémicos de acumulación mundial se caracterizan por amplias transferencias de capital financiero de las antiguas zonas hegemónicas a las emergentes.
Esto se explíca por la disminución de las oportunidades de inversiones lucrativas en los mismos sectores que generaron el auge de estas zonas mientras surgen nuevas oportunidades de inversión en áreas semiperiféricas o cercanas al centro hegemónico pero no partícipes del mismo. Arrighi nos muestra cómo ocurren estos fenómenos en la formación de los excedentes financieros de las Ciudades-Estado del Adriático y del Centro de Europa en los siglos XIV y XV, cuando el grupo genovés reubica sus excedentes para financiar la expansión territorial ibérica en los siglos XVI y XVII (particularmente el Imperio Español). Por su parte, Holanda absorverá en los siglos XVII y XVIII gran parte de la riqueza acumulada por los Borgia, además de saquear directamente los barcos españoles. Pero también en ese mismo periodo transferirá gran parte de su acumulación de capital para financiar el ascenso de la Inglaterra industrializada. A su vez Inglaterra será una de las financiadoras de la espectacular expansión norteamericana a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Finalmente el déficit comercial norteamericano es en la actualidad uno de los financiadores de los superávits financieros japonês y chino.
Brasil y gran parte de los países latino americanos se dejan seducir por las facilidades de la importación de capital financiero y altas tasas de interés. El capital de cortoplazo no Entra el el país pues El conserva su derecho de salir junto cn los enormes excedentes obtenidos com lãs tasas de interes obtenidas. En consecuencia, se hacen inviables las actividades productivas de estos países y ellos reducen sus Estados a la impotencia por medio del recorte de gastos de inversiones y sociales para pagar altos intereses, injustificables en un presupuesto operativo superavitario hace ya varios años. Los superávits primarios han sido usadoa para pagar altos intereses en nombre única y exclusivamente de la contención del consumo, para evitar uma inflación que no existe, así como de la atracción de capitales internacionales.
La evolución de la situación es comocida: se buscó compensar los déficits comerciales de la década del 90, surgidos en consecuencia de la sobrevalorización de las monedas latinoamericanas, com aumento de las tasas de interes para atraer los capitales internacionales. El resultado fué el aumento del pago de intereses de la deuda y otros compromisos como lãs remesas de ganâncias. Se intentó atraer más capitales del exterior con nuevas privatizaciones . Sin embargo, esta y otras fuentes depredatórias de ingresos públicos terminaron y plantearon la necesidad de la devaluación de las monedas y de la retomada de los exportaciones.
La retomada de las exportaciones abrió camino para los superávits comerciales de los primeros años del nuevo siglo. La formación de las reservas crecientes está aún em marcha pero no se há encontrado apún um camino masivo para protegerlas. Ellas se encuentran em dólares, moneda volátil com tendência a la caída, así como a convivir com los bajos intereses internacionales. Los economistas neoliberales continúan insistiendo em atraer estos dólares em inversiones de corto plazo a altos intereses. Esta polpítica suicida se enfrenta a uma reacción de los sectores más concientes de la región que llaman a la creación del Banco del Sur y a la formación de fondos soberanos que permitan utilizar esta espatcular masa de recursos paralizados em monedas em desvalorización. Como se vê, la herencia neoliberal continúa activa apoyada en los bancos centrales, protegidos por la doctrina de la independência. Independencia de la política, es decir, de la democracia y de la desmoralización de su base doctrinaria y filosófica.
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