Mónica Bruckmann:
Es posible garantizar flujos continuos de energía a partir del litio
América del Sur tiene un potencial “colosal” de recursos hídricos para la generación de energía renovable limpia, pero, además de ello, cuenta con la posibilidad de desarrollar grandes reservorios de energía que garanticen un flujo continuo a partir del litio; un mineral de gran densidad energética, que permitiría superar la principal dificultad de este tipo de energía que es su alta dependencia a factores climáticos, nos dice en este diálogo Mónica Bruckmann. Todos los temas abordados tienen, sin duda, respuestas de un alto rigor conceptual.
Vesna Marinkovic U
1
 ¿Qué le hace afirmar que la innovación tecnología actual está inmersa 
en una dinámica destructora de antiguos sistemas tecnológicos para crear
 nuevos que sustenten un modelo de producción dominante?
El análisis histórico de la dinámica de 
la economía mundial, que muestra el carácter cíclico de su 
comportamiento. La ciencia económica se ha visto obligada a desarrollar 
instrumentos de análisis capaces de dar cuenta de la complejidad de los 
procesos económicos del mundo contemporáneo y uno fundamental es el 
enfoque de los ciclos económicos articulados a ciclos tecnológicos. 
Fenómenos simples como el producto nacional no necesitaban de gran 
sofisticación instrumental para ser medidos ni largos periodos de tiempo
 para ser observados. En general, son cálculos anuales. Sin embargo, 
procesos más complejos como el crecimiento económico sólo pueden ser 
medidos y analizados a través de un periodo de tiempo más amplio y a 
partir de un enfoque cíclico que articula una multiplicidad de variables
 que determinan el proceso.
Así, surgieron nuevas matrices 
analíticas para estudiar la coyuntura económica a partir de los ciclos e
 interciclos de duración variable, que van de 10 a 25 y hasta 50 -70 
años, como es el análisis de las ondas largas de la economía mundial 
propuesto por Nicolai Kondratiev. Este enfoque se articula a una visión 
más amplia del funcionamiento de la economía mundial. En la sucesión de 
esas ondas largas se identifican cada vez con mayor nitidez los periodos
 de crecimiento económico como periodos de incorporación maciza de 
innovaciones tecnológicas, en general introducidas en los periodos de 
depresión o de recuperación, que luego se difunden y expanden en las 
fases de crecimiento económico. Las crisis que caracterizan el final de 
cada ciclo largo, u onda larga de la economía, están vinculadas a la 
introducción de nuevos paradigmas tecnológicos que se caracterizan por 
la emergencia de nuevas ramas de la producción y cambios en el propio 
sistema productivo. Esta matriz analítica nos permite enfocar los 
fenómenos económicos desde una perspectiva histórica de duración 
variable, lo que aporta una herramienta metodológica importante para 
pensar los procesos sociales como sistemas complejos y 
multidimesionales.
Sin embargo, fue Joseph Schumpeter quien
 desarrolló el concepto de “destrucción creadora” para explicar la 
naturaleza de la transformación económica permanente del capitalismo. 
Para él, el impulso fundamental que mantiene en funcionamiento la 
máquina capitalista proviene de nuevos bienes de consumo, de nuevos 
métodos de producción o transporte, de nuevos mercados y de nuevas 
formas de organización industrial creadas por la empresa capitalista. Es
 decir, proviene de su capacidad de innovación. Este proceso de 
destrucción creadora, es definido como la capacidad de transformación 
industrial que “revoluciona incesantemente la estructura económica desde
 dentro, destruyendo incesantemente lo antiguo y creando elementos 
nuevos”. El proceso como un todo es continuo, en la medida en que 
siempre está en desarrollo una revolución tecnológica o la absorción de 
los resultados de una revolución, ambos formando parte de un “ciclo 
económico”.
La competencia por nuevas mercaderías, 
nuevas técnicas, nuevas fuentes de insumos, nuevos tipos de 
organización, determina la superioridad decisiva en relación al costo o 
la calidad de la producción, e impacta, no simplemente el margen de 
lucro de las empresas existentes, sino la propia capacidad de existir de
 las mismas. La empresa capitalista necesita innovar insesantemente, 
como única garantía de sobrevivencia.
Un ejemplo muy interesante de esta 
dinámica es el caso de la empresa IBM, que durante décadas ocupó el 
liderazgo mundial en la producción de máquinas de escribir. La invención
 del micro computador y su masificación en el mercado desde fines de los
 años 70 e inicios de los 80 produjo un impacto muy grande en este 
sector. La IBM no consiguió incorporar la innovación del nuevo ciclo 
tecnológico e introdujo en el mercado máquinas de escribir electrónicas,
 que disponían de memoria de apenas algunas líneas e inclusive algunas 
páginas. Sin embargo esta tecnología fue totalmente devorada por la 
informática y la superioridad tecnológica del micro computador que 
marcaba un nuevo ciclo de innovación, y con ella, se destruyó todo el 
complejo industrial de la producción de máquinas de escribir, que ahora 
son vistas como piezas de museo. Es decir, toda innovación tecnológica 
significa la creación de nuevos complejos tecnoindustriales y al mismo 
tiempo, la destrucción de los sistemas anteriores.
2
 En este marco, ¿se podría interpretar la innovación tecnológica 
demandada para enfrentar el cambio climático como una arista de la 
dinámica de “destrucción creadora” de este modelo de producción?
Sin duda, uno de los aspectos más dramáticos del modelo de producción dominante es el impacto ambiental que este produce.
Ya no es posible seguir pensando que la 
gestión ambiental pueda dejarse en manos de las empresas y sus 
“políticas de responsabilidad social/ambiental”. Es evidente que la 
gestión ambiental de la actividad económica, y principalmente de la 
actividad extractiva, supera cualquier iniciativa privada y debe ser 
colocada al más alto nivel político del Estado y de los organismos 
interestatales. Esto significa inversiones importantes en innovaciones 
científico tecnológicas orientadas a disminuir el impacto ambiental de 
la actividad económica a los menores niveles posibles; a la recuperación
 de la devastación ambiental acumulada; a la regulación y normatización 
de las actividades extractivas y su impacto en la naturaleza.
Ciertamente, esto exige un enfoque 
sistemico de la naturaleza, una visión que rescate la dimensión regional
 y continental de los ecosistemas, de los pisos ecológicos y de las 
cuencas hidrográficas. Las tecnologías de medición del impacto ambiental
 de los proyectos mineros, por ejemplo, están muy lejos de este enfoque.
 En América Latina se emplean técnicas de extracción minera que, por sus
 efectos devastadores, han sido erradicadas en otros lugares del 
planeta, como es el caso de la minería a cielo abierto, cuya capacidad 
de degradación de la naturaleza es colosal.
La minería de oro en el Perú, país que 
ocupa el quinto lugar en la produción mundial de este metal, es un 
ejemplo dramático de este proceso: para producir un gramo de oro es 
necesario triturar dos toneladas de rocas, con el agravante que en el 
principal yacimiento de oro del país, Conga, ubicado en la región de 
Cajamarca, el oro se encuentra incrustado en las rocas que forman el 
lecho de los principales lagos y lagunas de agua dulce de esta región. 
Diez años de minería a cielo abierto han producido una devastación del 
paisaje sin precedentes, han destruido la principal laguna de agua dulce
 de la región, Yanacocha, y han contaminado la cuenca hidrográfica del 
norte del país que incluye el río Marañón, principal afluente del río 
Amazonas. Esto significa, ni más ni menos, impactar el conjunto de la 
selva amazónica y el territorio de los ocho países que la conforman. En 
este contexto, ¿podemos pensar en una política eficiente de preservación
 de la Amazonía a partir, únicamente, de políticas nacionales?
Este ejemplo muestra que la gestión 
ambiental de los recursos naturales encierra una gran complejidad, que 
incluye, no sólo el desarrollo científico tecnológico como un 
instrumento poderoso para disminuir el impacto en la naturaleza, sino 
también el papel planificador, gestor y regulador del Estado y de los 
organismos supranacionales de los cuales éstos forman parte. La 
preservación de la Amazonía no puede ser pensada únicamente a partir de 
políticas nacionales de cualqueira de lo países que la conforman, sino 
fundamentalmente a partir de una gestión consesuada de los países 
amazónicos y de los pueblos y nacionalidades que en ella habitan. He 
aquí uno de los grandes desafíos de UNASUR.
PERFIL
Socióloga, doctora en ciencia política, 
profesora del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Federal
 de Rio de Janeiro (Brasil), investigadora de la Cátedra y Red 
Unesco/Universidad de las Naciones Unidas, sobre Economía Global y 
Desarrollo Sustentable-REGGEN, y asesora de la Secretaría General de 
UNASUR.
3¿Esto
 quiere decir que la demanda de inversión en tecnología limpia para 
revertir los daños del cambio climático, es parte de esta dinámica?
Esto no es una consecuencia natural del 
proceso o parte de la dinámica per se sino, fundamentalmente, una 
decisión política de los gobiernos y de los Estados. La experiencia 
histórica muestra que el mercado y las empresas por sí solas son 
incapaces de enfrentar estos problemas. Es indispensable el rol 
planificador y regulador del Estado, que incluye, ciertamente, la 
inversión en ciencia y tecnología para revertir el impacto negativo en 
el medio ambiente. No existe un solo ejemplo en la historia reciente de 
un proyecto científico de gran envergadura sin un financiamiento macizo 
del Estado. Esto no significa que todo emprendimiento científico sea 
estatal. Nada de esto. Lo que queremos mostrar es que el Estado tiene un
 papel indispensable para promover, financiar y orientar el desarrollo 
científico de un país y, dependiendo del peso de este país en el sistema
 mundial, de la economía mundial en su conjunto.
América Latina y particularmente América
 del Sur tiene condiciones naturales inigualables para, por ejemplo, 
producir energía renovable y limpia (hay que tener en cuenta que no toda
 energía renovable es limpia, es el caso del uso de la leña en los 
hogares, como ocurre en algunos países de América Central). América del 
Sur detenta casi el 30% de los recursos hídricos del planeta, lo que 
representa enormes posibilidades de incrementar la producción de 
hidroelectricidad a través de proyectos transfronterizos de gran 
envergadura. Por su condición de región tropical, gran parte del 
subcontinente tiene un potencial gigantesco para producir energía 
fotovoltaica, cuyos costos son cada día más reducidos. Además, gran 
parte de los acuíferos de la región tienen reservas de agua subterráneas
 a altas temperaturas, entre 50 y 60 grados centígrados, lo que 
permitiría producir energía geotérmica. Los vientos antárticos en el 
cono sur, de ser aprovechados en toda su magnitud, permitirían abastecer
 el 100% del consumo de energía de toda la región, como indican algunas 
estimaciones técnicas. A esto se suma el potencial existente para la 
producción energética a partir de biomasa.
Además de este potencial colosal, la 
región cuenta con un elemento que le permitiría superar la principal 
dificultad que representa la producción de energía limpia, es decir, el 
hecho de que se produce a partir de fuentes altamente dependientes del 
clima, lo que impide un flujo energético continuo: el día que no hay 
sol, no se puede captar energía fotovoltaica o la ausencia de vientos 
disminuye la capacidad de producir energía eólica.

“…un sistema capitalista “saludable” necesita de consumidores y no de un ejército de miserables y excluidos del mercado…”
Nos referimos a la posibilidad de 
desarrollar grandes reservorios de energía que garanticen un flujo 
continuo a partir del litio que, como sabemos, es un mineral de gran 
densidad energética. Esto significa que pequeñas unidades de peso pueden
 almacenar grandes cantidades de energía. América del Sur posee 
aproximadamente 64% de las reservas mundiales de litio, gran parte de 
las mismas en territorio boliviano (sobre este tema, ver artículo de mi 
autoría publicado en ENERGÍABolivia, Número 06, Octubre de 2013)
Sin embargo, aprovechar todo este 
potencial energético sólo es viable a partir de una visión estratégica 
regional y a través de políticas y proyectos continentales en el marco 
de una amplia integración y colaboración científica, tecnológica, 
económica y política.
4Usted
 dice que todo esto es parte de un impulso fundamental que mantiene en 
funcionamiento el sistema capitalista, ¿significa esto que el modelo de 
producción capitalista goza de muy buena salud?
Creo que el sistema capitalista está 
pasando por una reestructuración profunda. Tal vez una de las 
transformaciones más evidentes sea la decadencia de un sistema 
hegemónico unipolar que abre paso a una hegemonía compartida, donde 
China, Rusia, India, Brasil y África del Sur tienen una capacidad 
creciente de impactar y definir la dinámica del sistema mundial. Pero 
junto a las llamadas potencias emergentes se desarrollan espacios de 
influencia a ellas articulados, regiones enteras cuyo dinamismo 
econónico está redefiniendo la geopolítica contemporánea.
Otro aspecto que parece evidente es la 
decadencia del pensamiento económico neoliberal, que insiste en defender
 el llamado Estado mínimo -“cuanto menos Estado, mejor”- y el papel 
regulador del mercado en la economía mundial. La crisis financiera 
iniciada en 2008 evidenció también la crisis de una teoría económica que
 lejos de ser un instrumento analítico se había convertido en una 
ideología cuyo principal objetivo era defender los intereses del capital
 financiero especulativo y sus operadores a nivel planetario.
La expansión de las multinacionales, 
transnacionales y empresas globales conducen a desequilibrios crecientes
 que desarticulan la economía mundial. El mismo capitalismo que es capaz
 de producir fuerzas colosales de creación e innovación, necesita 
destruir dramáticamente aquello que produce y la propia base natural en 
que produce para garantizar el proceso de acumulación. Esta cuestión nos
 coloca frente a uno de los dilemas más profundos de nuestro tiempo: la 
necesidad de pensar los ciclos de innovación científico-tecnológicos en 
relación al uso, transformación, apropiación y consumo de los recursos 
naturales y, al mismo tiempo, la relación de éste proceso con la 
naturaleza y el ambiente. Estamos convencidos de que la forma en que 
esta relación se encamine, representa una cuestión estratégica para la 
civilización humana planetaria.
Nunca antes en la historia de la 
humanidad, la riqueza producida en el planeta estuvo concentrada en tan 
pocas manos. Según el informe “Credit Suisse 2013 Wealth Report”, el 
0,7% de la población concentra 41% de la riqueza mundial.
No es casual que desde el propio centro 
del sistema capitalista mundial, desde sectores más alertados del 
pensamiento conservador, se esté haciendo un llamado para un nuevo pacto
 global orientado a disminuir las gigantescas brechas en la distribución
 de la riqueza, a erradicar la miseria y disminuir la pobreza en el 
mundo. A fin de cuentas, un sistema capitalista “saludable” necesita de 
consumidores y no de un ejército de miserables y excluidos del mercado. 
Esta suerte de “neo-progresismo” en el mundo se desarrolla en un 
contexto muy complejo que involucra una diversidad de intereses en 
juego: de un lado la necesidad de recuperar la gobernabilidad del 
capitalismo mundial frente a las grandes tensiones creadas por el caos 
generado por el mercado y el capital financiero a nivel mundial y, de 
otro lado, un conjunto de proyectos y propuestas post capitalistas que 
surgen a partir de una creciente participación y presión popular que ha 
desbordado el propio sistema político vigente y su institucionalidad 
para inventar nuevas formas de Estado y nuevos contenidos para la 
democracia como sistema político. Se trata de proyectos que, en su gran 
mayoría, surgen a partir de visiones civilizatorias muy distintas y con 
perspectivas de construir horizontes de futuro propios.

“La preservación de la Amazonía no puede ser pensada únicamente a partir de políticas nacionales de cualquiera de lo países que la conforman, sino fundamentalmente a partir de una gestión consesuada de los países amazónicos…”
5¿Estamos,
 entonces, como usted lo dice, en una dinámica concreta de creación de 
nuevas mercancías, nuevas técnicas, nuevos insumos, pero, también de 
nuevas formas de organización?
Definitivamente. Existe una relación 
sistémica entre la ciencia, la tecnología, los complejos industriales y 
las formas de organización necesarias para gestionar el proceso en su 
conjunto.
Las grandes innovaciones en los sistemas
 de comunicación que, al mismo tiempo que han concentrado diversos 
canales en grandes consorcios (radio, televisión, portales de internet, 
telefonía, periódicos y revistas), han incrementado dramáticamente el 
volumen de información que transmiten y han convertido el tiempo de 
transmisión en prácticamente cero. Esto genera nuevas demandas y nuevos 
sistemas de organización de la producción industrial, de la producción 
intelectual, de la información y difusión, de la gestión y análisis de 
los dados y, en buena cuenta, del modo de vida de la civilización 
humana.
En términos de la producción industrial,
 podríamos decir que al fordismo y a la automatización de las líneas de 
producción, ha seguido la “automación” o robotización de la producción. 
Esto ha incrementado exponencialmente la productividad del trabajo, la 
capacidad de producir muchísimos más bienes a precios cada vez menores y
 en menos tiempo. Estos robots, que frente a cualquier colapso sistémico
 son capaces de auto regularse, han impactado profundamente las formas 
de organización industrial y, al mismo tiempo, son producto de estas 
nuevas formas organizativas. Las llamadas “tecnociencias”, es decir, la 
ciencia que tiene un desarrollo técnico concreto y la técnica que se 
enmarca en una visión científica, ha creado un nuevo tipo de trabajador,
 muy diferente de aquel producido por el fordismo. Este trabajador tiene
 un conocimiento profundo del proceso productivo en su conjunto y es 
capaz de comandar los robots que actúan en los complejos industriales.
6En
 este marco, usted afirma que siempre está en desarrollo una revolución 
industrial, ¿qué tipo de revolución industrial estamos viviendo en este 
momento?
Dos grandes proyectos científico tienen 
el potencial de impactar una revolución industrial actualmente. Por un 
lado el Laboratorio Europeo de Física de Partículas, conocido por sus 
siglas en inglés como CERN, que tiene por objetivo, ni más ni menos, el 
de reproducir el momento mismo de creación del universo, es decir, el 
momento de creación de la materia. Este experimento científico 
gigantesco consiste en producir, a través de un túnel circular de 30 
kilómetros de longitud construidos a 100 metros de profundidad alrededor
 de la ciudad de Ginebra, la colisión de partículas a niveles de energía
 nunca antes experimentada, de tal manera que, en laboratorio, se 
produzcan las condiciones del llamado Big Bang que creo toda la materia 
del universo.
No sabemos cuáles puedan ser las 
consecuencias de reproducir el momento de creación del universo y de la 
capacidad de crear nueva materia, pero estamos convencidos de que tal 
conquista científica va a revolucionar la propia civilización humana y 
con ella, sus formas de producir, de consumir y de vivir.
A pesar de que se trata de un 
laboratorio de física de altas energías, a penas 30% de los más de diez 
mil científicos y técnicos que colaboran con él son físicos. El 70% 
restante está compuesto por ingenieros de las más diversas áreas de la 
producción, informáticos, especialistas en gestión de información, etc. 
Este laboratorio constituye uno de los mayores centro de innovación del 
mundo. Cada actualización de los colisores, instrumentos y equipos 
significa innovaciones que ya están siendo aplicadas en la producción de
 nuevos materiales, de equipos médicos de alta eficiencia, en la 
industrialización de alimentos, etc.

Dos grandes proyectos científicos tienen el potencial de impactar una revolución industrial actualmente...”
Tal vez sea poco conocido, pero uno de 
los inventos del CERN que más ha impactado la sociedad contemporánea es 
el www a través de la internet. Este sistema fue creado para resolver 
uno de los principales problemas del CERN: permitir que miles de 
científicos trabajen en línea e interactúen en proyectos científicos 
desde sus lugares de residencia alrededor del mundo.
Otro de los grandes proyectos 
científicos está volcado para el conocimiento cada vez más profundo de 
la vida. Los grandes avances en el ámbito de la genética están 
permitiendo a los científicos crear nuevas formas de vida en 
laboratorio, como ocurrió en 2010, cuando un grupo de científicos 
estadounidenses crearon una bacteria sintética, cuyo objetivo era, en 
aquel momento, ayudar a revertir la contaminación del derramamiento de 
petróleo en el Golfo de México.
El conocimiento del cosmos, de la 
materia y de la vida está permitiendo a la humanidad “apropiarse del 
poder de dios”, es decir, crear nuevas formas de vida y producir nueva 
materia. Pero al mismo tiempo, está desarrollando una capacidad sin 
precedentes de destruir la propia vida y el planeta. La cuestión es cómo
 y al servicio de quien se coloca esta fuerza colosal que la humanidad 
está creando a partir del desarrollo científico y tecnológico. La 
conclusión lógica y evidente parece ser que todo este poder debe estar 
al servicio de la vida y del hombre como parte de la naturaleza. Sin 
embargo, la lógica de la guerra y de la destrucción es una amenaza 
permanente…
7¿Cómo debería analizarse las consecuencias de esta onda de innovaciones tecnológicas en América Latina?
Para responder la pregunta es necesario 
analizar la actual onda de innovación basada en la microelectrónica que,
 a diferencia de los ciclos anteriores de innovación que transformaban 
el sistema productivo en su conjunto, desde la base energética hasta el 
transporte y consumo final; impactan, fundamentalmente la organización 
de la producción, el proceso de trabajo y la división social del trabajo
La Revolución Industrial y el 
surgimiento del proletariado consolidaron la economía capitalista y 
transformaron profundamente la sociedad occidental. Las ondas 
tecnológicas siguientes cambiaron todo el perfil del sistema productivo 
pero no alteraron significativamente la estructura de la sociedad 
capitalista. Sin embargo, la actual onda de innovación tecnológica, a 
través del proceso de automatización y robotización, tiene la capacidad 
de afectar la base de la sociedad contemporánea de forma similar al 
impacto causado por la Revolución Industrial del siglo XIX, 
constituyendo un proceso “irreversible” y que tiende a acelerarse.
¿Cuáles son los elementos que explican 
la dinámica del ciclo de innovación actual que tiene consecuencias tan 
profundas para el mundo contemporáneo y que lo diferencian de los ciclos
 anteriores? En primer lugar, su lógica económica que permite una mayor 
producción a menor costo y, en segundo lugar, que la automación es un 
fenómeno que permite satisfacer las más antiguas aspiraciones de la 
humanidad, es decir, la liberación del ser humano del trabajo bruto y 
rutinario.

...elaborar una visión estratégica y una estrategia de aprovechamiento de los recursos naturales...”
Uno de los estudiosos más serios de este
 proceso y su impacto en América Latina, Amílcar Herrera, sostenía que 
el impacto en América Latina del ciclo anterior de Kondratiev, que se 
inicia con el fin de la recesión de los años 30 y que culminó en los 
años 60, significó un periodo de “modernización” en la región y en 
general en el llamado Tercer Mundo, correspondiente a la introducción de
 la onda de innovaciones asociadas a este ciclo a través, básicamente, 
de la expansión de las multinacionales.
Así, la estrategia de las 
multinacionales al difundir estas tecnologías estuvo asociada al 
objetivo de expansión del mercado mundial, al implementar una nueva 
división internacional del trabajo, que les ofrecía dos ventajas 
importantes: primero, que era un proceso simple, porque representaba la 
traducción mecánica de la concepción originada en los países 
desarrollados y, segundo, parecía asegurar un crecimiento económico sin 
cambios esenciales en la estructura social y económica predominante en 
los países de la región.
De esta manera, el modelo de 
industrialización ampliamente difundido en la región fue conducido 
fundamentalmente para atender las necesidades de las burguesías y de las
 clases medias con los mismos patrones de consumo de los países 
centrales. A fines de este periodo, es decir, a inicios de los años 
ochenta, el resto de la población en cada uno de los países de la región
 permanecía en situación similar, o peor que en el pasado, con 
excepción, tal vez, de los países del cono sur.
Herrera muestra claramente que la onda 
de innovación asociada al ciclo anterior no consiguió mejorar la 
distribución de riqueza, como sí ocurrió en los países centrales. 
Consecuentemente, mientras que los países más desarrollados entraron en 
una era postindustrial, los países de América Latina sufrieron el 
impacto de la nueva onda de innovación tecnológica sin haber conseguido 
los beneficios del ciclo anterior.
Para Amílcar Herrera el fracaso de 
América Latina en beneficiarse totalmente de la onda anterior de 
Kondratiev, se debió al hecho de que las fuerzas sociales hegemónicas 
fueron incapaces de actuar, o actuaron con mala fe, al implementar los 
cambios socio-institucionales necesarios, pues la estrategia para 
enfrentar un nuevo ciclo implica la introducción de un conjunto de 
transformaciones radicales en las estructuras socio-institucionales.
El impacto de la nueva onda tecnológica 
iniciada en los años ochenta en América Latina, permite observar con 
mayor claridad los desafíos científicos y tecnológicos de la región en 
el marco de proyectos estratégicos de desarrollo que incorporen los 
intereses de las grandes mayorías, de los nuevos sujetos sociales y 
políticos emergentes como parte de un proceso de afirmación histórica y 
civilizatoria que recupera una visión milenaria de relación armónica con
 la naturaleza, profundamente comprometida con su preservación

...pequeñas unidades de peso pueden almacenar grandes cantidades de energía”.
8En
 estas circunstancias, ¿cómo asumir el desafío que usted señala de 
elaborar un pensamiento estratégico para recuperar la gestión económica y
 científica de los recursos naturales que posee la región?
Tal vez uno de los elementos centrales y
 punto de partida para cualquier estrategia es abandonar definitivamente
 el colonialismos mental, que es una de las dimensiones más profundas y 
violentas de la herencia colonial. Este colonialismo mental nos llevó a 
aceptar la idea de que no somos una región productora de conocimiento, 
de ciencia y de tecnología, pues esta era producida en Europa o en 
Estados Unidos y lo que cabía a nuestra región era simplemente 
reproducirla, “aplicarla” y difundirla. Esta visión, que en gran medida 
permanece en nuestro imaginario, impactó, y continúa impactando, 
diferentes dimensiones de los procesos políticos, económicos y 
culturales en América Latina.
En primer lugar, vemos que aún hay 
sectores importantes en la región que defienden tesis de siglos pasados 
como la que sostiene que nuestra región tiene una ventaja “competitiva” 
que es la posesión de enormes riquezas naturales y que, el lugar que 
debemos ocupar en el sistema mundial es el de exportadores de materias 
primas, aprovechando la actual coyuntura de precios altos en el mercado 
mundial de los llamados “commodities”, aun cuando luego tengamos que 
comprar los productos fabricados con las materias primas que exportamos.
 En un informe publicado en 2010 (Los Recursos naturales en América 
Latina y el Caribe: ¿Más allá de bonanza y crisis?) el Banco Mundial 
recomendaba que la región debería aprovechar mejor su condición de 
exportadora de materias primas, cuyo problema no estaba en la necesidad 
de desarrollar estrategias de industrialización o agregación de valor a 
las exportaciones, sino en saber administrar los ingresos de las 
ganancias extraordinarias producto de la bonanza de los precios de las 
materias primas en el mercado mundial.
A contrapelo a estas recomendaciones y a
 la vieja idea de que la región ocupa, y debe seguir ocupando, un lugar 
en la división internacional del trabajo como exportadora de materias 
primas sin valor agregado, la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, 
inició en 2012 una amplia discusión sobre la necesidad de elaborar una 
visión estratégica y una estrategia de aprovechamiento de los recursos 
naturales para el desarrollo integral de sus pueblos. Esta estrategia 
significa, desde nuestro punto de vista, recuperar la gestión económica,
 científica, social y ambiental de los recursos naturales que la región 
posee.
Si América del Sur consigue avanzar en 
la elaboración y materialización de una estrategia conjunta para la 
gestión soberana de sus recursos naturales orientada al pleno desarrollo
 de sus pueblos sin duda estaremos frente a uno de los hechos históricos
 más importantes de la región a lo largo de los últimos siglos.
9Estaríamos
 hablando de una soberanía sobre los recursos naturales que, a su vez, 
implica enfrentar una política estructurada sobre el manejo de estos 
recursos…
Ciertamente, se trata de una 
confrontación entre dos modelos de desarrollo, uno basado en la 
planificación y uso sustentable de los recursos naturales orientado a 
atender las necesidades de la mayoría de los actores sociales y el otro 
basado en la explotación y expropiación violenta y militarizada de estos
 recursos y de las fuerzas sociales y los pueblos que los detentan.
La cuestión ecológica y de la soberanía 
sobre los recursos naturales asumen así, un carácter radical y crean 
condiciones para una reapropiación social de la naturaleza, dentro del 
contexto de un proceso civilizatorio que aproxima los pueblos 
originarios de América Latina a los demás pueblos del mundo, para 
conformar lo que Theotonio Dos Santos ha llamado “civilización 
planetaria”, que tendrá que fundarse en una política de desarrollo 
global y sustentado de la humanidad, incorporando el poder del 
conocimiento de los varios pueblos y regiones. De esta manera, la 
gestión social, económica y científica de los recursos naturales asume 
un rol fundamental en el proceso civilizatorio de la humanidad y en la 
restructuración del capitalismo mundial, que desarrolla diferentes 
estrategias desde el centro, desde las potencias emergentes y desde los 
países que detentan estos recursos naturales.
El pensamiento crítico latinoamericano 
necesita romper tabúes, incorporando en su campo de análisis los avances
 científicos y tecnológicos del capitalismo contemporáneo, las nuevas 
matemáticas, los sistemas complejos auto-regulados, las tecnociencias 
del conocimiento y de la información y todos los avances que las nuevas 
ciencias colocan a disposición de la humanidad. Se trata de un proceso 
de apropiación y re-significación en el marco de proyectos políticos 
democráticos, humanistas y emancipadores, sea cual fuera el modelo 
concreto que estos adopten, y el grado de transformación social y 
política que estos propongan. Este proceso, que en gran medida las 
fuerzas dominantes definen, significa poner a disposición de las fuerzas
 progresistas un arma extremadamente poderosa al servicio de los 
proyectos colectivos de las grandes mayorías y de los pueblos de nuestra
 región.
 


 
 
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